Mañana es la prueba teórica de la Comunidad Valenciana (el ejercicio práctico será la semana que viene) y estamos ya a solo cuatro semanas del 19 de junio, que verá el súper día D en casi toda España. Los nervios y la tensión son consustanciales a estas jornadas y la clave no es no sentir nervios, sino gestionarlos de la mejor forma posible. Habrá quienes visiten todos nuestros retos semanales con la idea de hacerse una idea de un catálogo de géneros y movimientos que pueden caer. Y nos alegramos de ello, pues es esa nuestra intención desde que organizamos este acertijo semanal: apoyar a quienes preparan la prueba de comentario de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura.
Y el texto elegido hoy puede resultar también muy interesante, pues puede servir para ilustrar un género que ha aparecido en menos ocasiones en nuestro reto. Estamos seguros de que la competencia literaria de nuestros seguidores volverá a quedar demostrada. Recordemos que lo ideal es reconocer la obra y la autoría, pero que lo que realmente nos permite realizar un buen comentario es identificar el género, la época y el movimiento al que pueda pertenecer la obra.
Como siempre, se puede participar escribiendo las soluciones en la página de Facebook de opolengua.com hasta el domingo por la noche. Daremos el lunes la solución con su lista de acertantes.
Y nada más por hoy. Como siempre, nuestro recuerdo a las víctimas de la pandemia. Feliz fin de semana. Saludos y ánimo.
En mi juventud oí contar, dándolo por cierto, el caso de una señorita -no sé si de Palencia o de Valladolid-, que le había aguantado al novio tal cantidad de desaires y de humillaciones que nadie se explicaba como no lo mandaba a paseo. Impertérrita ante las críticas de los familiares y los consejos de las amigas, apuró sin embargo hasta las heces el cáliz de aquel noviazgo y logró finalmente, a base de pertinacia y disimulo acerca de sus verdaderos planes, vestirse de tules blancos y recorrer solemnemente el camino hasta el altar a los sones de la marcha nupcial de Mendelssohn. Una vez concluida la ceremonia y conseguido ante testigos el <<sí>> que pronunciaron los labios de su prometido, cuando le tocó a ella el turno de contestar si lo quería por esposo, se hizo un silencio expectante. <<¡No señor!>>, se la oyó pronunciar al fin con voz segura y bien timbrada, dirigiéndose al cura y, volviéndose acto seguido a todos los circunstancias que llenaban la iglesia, añadió con énfasis, haciendo un gesto teatral que los abarcaba con la mano: <<¡Y si he llegado hasta aquí, es para que sepan todos ustedes que si me quedo soltera es porque me da la gana!>> Dicho lo cual se agarró la cola del vestido de novia con la mano derecha y de esa anduvo con taconeo resuelto el camino que la había llevado hasta el tribunal de Dios para dirimir su juicio ante los hombres.
Si aquella anécdota fue cierta, cosa que nunca pude acreditar, no comprendo como esa mujer, comparable en su arrojo a Agustina de Aragón, no se le ha dirigido una estatua. Y aún cuando se tratara de un personaje de ficción, que es lo más probable, su proeza merece consignarse aquí, ya que viene a cuento, como menaje a la sabiduría de quien la inventara <<para desengañar al vulgo>>, como diría el padre Feijoo.
Se daba por supuesto, efectivamente, que ninguna mujer podía acariciar sueño más hermoso que el de la sumisión a un hombre, y que si decía lo contrario estaba mintiendo.
Esta concepción del amor como terapia también se aplicaba, claro está, al soltero. Pero con matices distintos. Los hombres, por su misma naturaleza, tendían a campar por sus respetos y si elegían vivir siempre esclavos de aquellos malos gérmenes en vez de someterse al yugo matrimonial no quedaban propiamente Desairados. El hombre que no se casaba es porque no quería y la mujer que no se casaba, en cambio, es porque no podía.