Marta Rojas Fernández (Andalucía): ¡Claro que es posible!

Marta Rojas Fernández (Andalucía): ¡Claro que es posible!

Volver a España

Ocho años en París y una hija de apenas dos me hicieron añorar sin remedio mi sol de Sevilla, y ya no hubo vuelta atrás. Cuando decidí volver a España, tras seis años de experiencia creando contenido para una empresa demasiado grande, me hice la pregunta estrella de mi generación: “¿Y ahora, qué”? 

“¿Y por qué no te haces profesora de Lengua y Literatura?”

“¿Y por qué no te haces profesora de Lengua y Literatura?”, me dijeron mis amigos de la facultad (de Periodismo). Y sembraron una semillita que, poco a poco, fue germinando en mi cabeza. Porque si hay algo que a mí me guste más que el pan francés y los croissants son las letras, en casi todas sus posibles combinaciones. 

“La educación secundaria necesita a gente así de motivada”

Las primeras palabras inspiradoras vinieron de mi profesora-oráculo de la carrera, que también da clases en el MAES, al consultarle mis dudas: “Ve a por todas; la educación secundaria necesita a gente así de motivada”. Las palabras inspiradoras vendrían luego de más sitios, especialmente de Eduardo, pero vayamos por partes. Corría el año 2019. Tenía que apuntarme al MAES y así tendría dos años para prepararme las oposiciones. Mentalidad prepandemia, se entiende. 

El MAES: todo un reto.

Con la inscripción al MAES comenzaron las dificultades: me rechazaron en la primera fase de inscripción por periodista. Reclamación y nuevo rechazo. Por periodista reincidente. Nuevo ruego-carta kilométrica en septiembre: la 33 en la lista de espera. Y mientras andaba ya destejiendo mi primera tanda de sueños me llamaron en octubre, a apenas tres días del inicio del máster. Venga, va, que me admiten, a pesar de mi tara periodística. Como para no aprovechar esa plaza milagrosa. ¿Para aprender también? Pues también. Porque este denostadísimo máster tiene algunos profesores (además de mi profesora-oráculo) que quieren enseñar, y unas prácticas como unos soles con unos profesorcillos adolescentes que te enseñan sin querer.

Marzo pandémico y distópico: ¿es posible sacarse la plaza en un año?

Luego llegó el marzo distópico que todos conocemos: aplaudimos en los balcones y se suspendieron las oposiciones. Y de nuevo el “ahora qué”, porque sacarme plaza en un año no formaba parte de mis planes… pero esperar a 2023 tampoco, especialmente teniendo en cuenta que, con la consabida tara periodística, no podía ser interina sin presentarme antes a unas oposiciones. Mientras preparaba el TFM buscaba febrilmente en Internet: “¿Es posible sacar plaza en un año?” Que sí, que sí, leía… Llamé a academias, online y presenciales: que sí, que sí, decían. Incluso me llamaron en varias ocasiones vodafonalmente, me ofrecían cursos, me mandaban temas modelo. Al leerlos, se me caía el alma a los pies. Porque sabía que en un año no podía prepararme mi propio temario… pero aquello… 

Conversación con Eduardo: “¿puedo sacar la plaza en un año? 

Entonces llegué a la página de Opohispania y al blog de Eduardo. Vi algunos vídeos. Y casi me conquistó. Pero no encontraba la respuesta a la pregunta. “¿Puedo sacar plaza en un año?”, le pregunté la primera vez que hablamos por teléfono. Más de media hora. Y no me decía que sí. Lo sé porque le formulé la pregunta de mil maneras distintas buscando el verbo rotundo. Pero él, venga subordinadas condicionales y concesivas. Hablaba de esfuerzo, de sacrificio, de entrega y de fe. Y me soltaba datos y porcentajes. Porque así es Eduardo, el profesor de lengua más matemático que conozco. “Estúdialo y si decides algo me llamas”. Pero yo ya lo había decidido. 

“Mamá, te quiero aunque estudies”.

Cuando recibí el querido tema 47, sentí que había elegido el camino correcto. Me puse unas buenas botas, me abrigué bien y eché a andar. Muchos factores queridos y no queridos me han allanado el camino. Entre los no queridos, el coronavirus, con sus confinamientos, sus suspensiones de ferias de abril, sus anulaciones de vida social. Entre los queridos, mi francés cuidador y cocinero, mis padres y sus fines de semana dedicados a su nieta para que yo pudiera repasar, repasar y repasar… Mi hija y su elocuente frase de mayo: “Mamá, te quiero aunque estudies”. Y, por supuesto, el molino de mi defensa oral, en la que saqué un 10 redondo. Gracias, molino.

45 temas en junio. 9,6 de nota.

Pero el allanador primero y principal ha sido Eduardo y su método. Eduardo es pragmatismo e inspiración. Y hay que repetirlo mucho: pragmatismo e inspiración. Probablemente no sea el preparador ideal para todos los tipos de persona. Pero es el preparador ideal para el tipo de persona que soy yo. Yo hice mías sus máximas y sus hojas excel. Adopté su método de estudio y de repaso, que son, sencillamente la clave de todo. Y me dejé las pestañas. Llegué a junio con 45 temas, y el día D pude elegir entre cuatro. Saqué un 9,6.

Opolengua: Al pie del cañón

Siempre generosamente, Eduardo ha respondido a mis correos con dudas, que no han sido pocas, en lunes o en domingos. Y, si hace frío, lo llamas. Él, con su pragmatismo y su sensatez, va recogiendo tus retales de dudas, temores y desesperaciones y te arma un abrigo estupendo en un abrir y cerrar de ojos.

Número 7 de mi tribunal

Cuando me vi con la plaza número siete de mi tribunal, tuve que reconocer que siempre había ido a por ella. Aunque, como el protagonista de Miau, tratara de bajar a la tierra de cuando en cuando a repetirme a mí misma que probablemente no la consiguiera, que era muy difícil, que no tenía puntos de interinidad, que lo importante era estar en bolsa… Lo cierto es que íntimamente yo estaba yendo a por la plaza. Aunque intente esmerarme, el ejercicio de bajar a la tierra siempre me ha resultado complicado. 

¡A por la plaza!

Si queréis ser profesores, confiad en Eduardo, haced caso a lo que os diga, responded a la excelencia y rigurosidad de su método con rigor y entusiasmo. A diez días del examen yo pensaba que, si no me salía bola, me tiraría trágicamente de los pelos pero en ningún caso tendría la sensación de haber malgastado el tiempo. A lo largo de este año, he descubierto autores y obras maravillosas que nunca habría leído, pero sobre todo he aprendido muchísimo. Con el temario, las correcciones, los vídeos y con los correos de Eduardo que, si se imprimen, son el tema 73. Si, además, tenéis suerte, habrá plaza. Si no, la plaza llegará tarde o temprano. Y, a pesar de los madrugones, las renuncias y la vida militar, todo habrá merecido la pena. Todo, como decía Pedro Salinas, está ahora mucho más claro:

Y ahora, aquí está frente a mí.
Tantas luchas que ha costado,
tantos afanes en vela,
tantos bordes de fracaso
junto a este esplendor sereno
ya son nada, se olvidaron. 

(…)

Ahora solo espero estar a la altura de unos adolescentes que son cada vez más altos.