¡Ponte a prueba! 1/2022 (Solución)

¡Ponte a prueba! 1/2022 (Solución)

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Como cada lunes desde 2016, volvemos con la solución de nuestro acertijo ¡Ponte a prueba! con el que intentamos ayudar a las personas que preparan las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura en la prueba del comentario de texto.

El viernes pasado señalábamos que habíamos elegido una obra que ha aparecido en varias ocasiones en las pruebas y, de hecho, es la obra que más veces ha sido elegida por los tribunales en los exámenes de comentario. Nuestra idea era que los opositores ubicaran exactamente el pasaje dentro de la obra.  La respuesta ha sido magnífica, pues han sido varios los acertantes del reto.

Así José Manuel Serrano Valero señala acertadamente la época y el género. Sara Piélagos Martín y Adrián Gómez Acosta sitúan perfectamente el texto dentro de su episodio con una leve precisión (pues hay que recordar que el discurso no se lo dedica Marcela a Grisóstomo, pues éste ya ha muerto, sino a Ambrosio, don Quijote, Sancho Panza y a algunos pastores más). Roo Cio y Mercedes Mateos indican también acertadamente el texto sin hacer precisión alguna y Mónica Cid añade además algunas consideraciones de forma atinada. 

Y es que efectivamente se trataba de un fragmento del capítulo XIV de la primera parte dela Historia del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, (1605) del Príncipe de los Ingenios españoles, Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616), un fragmento que siempre se ha señalado como una reivindicación de la libertad de la mujer en pleno siglo XVII. ¡Enhorabuena a los acertantes y ojalá tengan la misma fortuna el día D! 

Y nada mas por hoy. Como siempre, nuestro recuerdo a las víctimas de la pandemia y a sus familiares. Volveremos con una nueva temporada de nuestro acertijo ya en septiembre, Saludos y ánimo.

Hízome el cielo, según vosotros decís, hermosa, y de tal manera, que, sin ser poderosos a otra cosa, a que me améis os mueve mi hermosura, y por el amor que me mostráis decís y aun queréis que esté yo obligada a amaros. Yo conozco, con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que, por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama. Y más, que podría acontecer que el amador de lo hermoso fuese feo, y siendo lo feo digno de ser aborrecido, cae muy mal el decir «Quiérote por hermosa: hasme de amar aunque sea feo». Pero, puesto caso que corran igualmente las hermosuras, no por eso han de correr iguales los deseos, que no todas hermosuras enamoran: que algunas alegran la vista y no rinden la voluntad; que si todas las bellezas enamorasen y rindiesen, sería un andar las voluntades confusas y descaminadas, sin saber en cuál habían de parar, porque, siendo infinitos los sujetos hermosos, infinitos habían de ser los deseos. Y, según yo he oído decir, el verdadero amor no se divide, y ha de ser voluntario, y no forzoso. Siendo esto así, como yo creo que lo es, ¿por qué queréis que rinda mi voluntad por fuerza, obligada no más de que decís que me queréis bien? Si no, decidme: si como el cielo me hizo hermosa me hiciera fea, ¿fuera justo que me quejara de vosotros porque no me amábades? Cuanto más, que habéis de considerar que yo no escogí la hermosura que tengo, que tal cual es el cielo me la dio de gracia, sin yo pedilla ni escogella. Y así como la víbora no merece ser culpada por la ponzoña que tiene, puesto que con ella mata, por habérsela dado naturaleza, tampoco yo merezco ser reprehendida por ser hermosa, que la hermosura en la mujer honesta es como el fuego apartado o como la espada aguda, que ni él quema ni ella corta a quien a ellos no se acerca. La honra y las virtudes son adornos del alma, sin las cuales el cuerpo, aunque lo sea, no debe de parecer hermoso. Pues si la honestidad es una de las virtudes que al cuerpo y al alma más adornan y hermosean, ¿por qué la ha de perder la que es amada por hermosa, por corresponder a la intención de aquel que, por solo su gusto, con todas sus fuerzas e industrias procura que la pierda? Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos: los árboles destas montañas son mi compañía; las claras aguas destos arroyos, mis espejos; con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura. Fuego soy apartado y espada puesta lejos.