¡Ponte a prueba! 3/2022 (Solución)

¡Ponte a prueba! 3/2022 (Solución)

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Comienza una nueva semana y con ella lo solución de nuestro acertijo  ¡Ponte a prueba!, un sencillo reto con el que pretendemos entretener y ayudar  desde hace cinco años a los opositores que preparan las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura  en su apartado de comentario de texto.

Decíamos el viernes que este era un texto de excepcional belleza. Y en verdad es así, pues su autor alcanzó la cumbre expresiva en nuestra querida lengua española y fue capaz de crear con ella la obra literaria más influyente de la historia, lo cual es un orgullo para todos nosotros cuatrocientos años después. Es por ello que se le denomina como Príncipe de los ingenios españoles. Se trata de una obra que debemos releer, comprender y enseñar a nuestros alumnos para hacer realidad aquello de que “los mozos la leen, los hombres la entienden y los viejos la celebran”. También era un texto que recordaba el hecho que a Cervantes más le enorgullecía de su trayectoria vital: su participación en la batalla de Lepanto, cuya efeméride (¡450 años ya!) se conmemora el próximo 7 de octubre.

Como siempre, nuestros seguidores han dado con la clave. Adrián Gómez Acosta lo sitúa en su época y José Manuel Serrano Valero e Iría Pérez Alonso profundizan en la misma línea y apuntan su autoría. Verónica Prezioso añade acertadamente dos obras como posibles candidatas. Y Sara Piélagos Martín y Mónica Cid aciertan plenamente al señalar que se trata de la historia del cautivo.  ¡Enhorabuena y ojalá que el día D tengan las misma suerte!

Miguel de Cervantes. Estatua frente al Congreso de los Diputados (Madrid)

Y es que se trataba, efectivamente, del inicio de la historia del cautivo; es decir del inicio del capitulo XXXIX de la Primera parte de la Historia del Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes (1547-1616), publicada en 1605. Una historia que introduce el propio cautivo relatándola a los personajes que le escuchan en la venta justo tras el famoso discurso de las armas y las letras y en la que Cervantes plantea vivencias autobiográficas e incluso aparece como personaje en su propio libro, introduciendo diferentes elementos novedosos en su obra, como los niveles narrativos.

Y nada más por hoy. Feliz y fructífera semana de estudio. Saludos y ánimo.

Embarquéme en Alicante, llegué con próspero viaje a Génova, fui desde allí a Milán, donde me acomodé de armas y de algunas galas de soldado, de donde quise ir a asentar mi plaza al Piamonte; y estando ya de camino para Alejandria de la Palla, tuve nuevas que el gran Duque de Alba pasaba a Flandes. Mudé propósito, fuime con él, servíle en las jornadas que hizo, halléme en la muerte de los condes de Eguemón y de Hornos, alcancé a ser alférez de un famoso capitán de Guadalajara, llamado Diego de Urbina, y a cabo de algún tiempo que llegué a Flandes, se tuvo nuevas de la liga que la Santidad del papa Pío Quinto, de felice recordación, había hecho con Venecia y con España, contra el enemigo común, que es el Turco, el cual en aquel mesmo tiempo había ganado con su armada la famosa isla de Chipre, que estaba debajo del dominio de venecianos, y fue pérdida lamentable y desdichada. Súpose cierto que venía por general desta liga el serenísimo don Juan de Austria, hermano natural de nuestro buen rey don Felipe; divulgóse el grandísimo aparato de guerra que se hacía, todo lo cual me incitó y conmovió el ánimo y el deseo de verme en la jornada que se esperaba; y aunque tenía barruntos, y casi premisas ciertas, de que en la primera ocasión que se ofreciese sería promovido a capitán, lo quise dejar todo y venirme, como me vine a Italia, y quiso mi buena suerte que el señor don Juan de Austria acababa de llegar a Génova, que pasaba a Nápoles a juntarse con la armada de Venecia, como después lo hizo en Mecina. Digo, en fin, que yo me hallé en aquella felicísima jornada, ya hecho capitán de infantería, a cuyo honroso cargo me subió mi buena suerte, más que mis merecimientos; y aquel día, que fue para la cristiandad tan dichoso, porque en él se desengañó el mundo y todas las naciones del error en que estaban creyendo que los turcos eran invencibles por la mar, en aquel día, digo, donde quedó el orgullo y soberbia otomana quebrantada, entre tantos venturosos como allí hubo (porque más ventura tuvieron los cristianos que allí murieron que los que vivos y vencedores quedaron), yo solo fui el desdichado; pues, en cambio de que pudiera esperar, si fuera en los romanos siglos, alguna naval corona, me vi aquella noche que siguió a tan famoso día con cadenas a los pies y esposas a las manos.