¡Ponte a prueba! 4/2022

¡Ponte a prueba! 4/2022

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Ha transcurrido otra semana más de estudio. Hoy es nuevamente viernes y como siempre desde hace cinco años, planteamos nuestro ¡Ponte a prueba!, el reto informal con el que pretendemos ayudar a las personas que preparan las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura en la siempre temida prueba del comentario de texto.

Como siempre se trata de reconocer el fragmento relacionándolo con su obra y autor y adscribiéndolo a una época, un género y un movimiento literario.

La obra que traemos hoy ha aparecido en sucesivas ocasiones en las pruebas de oposición, por lo que el reto resultará interesante al darse sobre un caso real y por tanto susceptible de volver a aparecer en los exámenes de comentario. Hemos transcrito la versión facsímil para que quienes tienen que enfrentarse a pruebas sobre las grafías (como por ejemplo en Navarra) tengan una piedra de toque y se familiaricen con el formato de los los textos que les pueden aparecer.

Para participar, como siempre, debes escribir un comentario en la publicación de la página de Facebook de opolengua.com hasta el domingo por la noche. El lunes por la tarde daremos la solución con su lista de acertantes.

Este que veys aqui, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembaraçada, de alegres ojos y de nariz corba, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veynte años que fueron de oro, los vigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seys, y essos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los vnos con los otros; el cuerpo entre dos estremos, ni grande, ni pequeño, la color viva, antes blanca, que morena; algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies. Este digo que es el rostro del Autor de la Galatea y de Don Quxjote de la Mancha, y del que hizo el viage del Parnaso, a imitación del de César Caporal Perusino, y otras obras que andan por ahí descarriadas, y quizá, sin el nombre de su dueño. Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla Naval de Lepanto la mano yzquierda de un arcabuçazo, herida que, aunque parece fea, el la tiene por hermosa, por averla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los passados siglos, ni esperan ver los venideros, militando debaxo de las vencedoras vanderas del hijo del rayo de la guerra, Carlo Quinto, de felice memoria.