¡Ponte a prueba! 9/2022

¡Ponte a prueba! 9/2022

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Finalizamos la semana, como siempre, con nuestro ¡Ponte a prueba!, el acertijo con el que retamos a esas abnegadas personas que ocupan su tiempo y hacienda en preparar la prueba de comentario de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura, que es lo mismo que engrandecer nuestra sociedad.

Hoy traemos un texto que ya ha aparecido en las oposiciones y que puede resultar reconocible. Cuando es así, debemos señalar no solo obra y autoría, sino también a la situación concreta en que tal fragmento se inserta. Si reconocemos el texto de hoy, estaremos de enhorabuena y si no es así, habrá que recordar que basta para hacer un buen comentario adscribir razonadamente la obra a un género, un movimiento literario y una época. 

Como siempre, podemos participar escribiendo nuestros comentarios en la página de Facebook de opolengua.com hasta el domingo por la noche y la solución la daremos el lunes.

Y nada más por hoy. Feliz fin de semana. Saludos y ánimo.

—Buen hombre, id tras aquella mujer y quitadle la bolsa, aunque no quiera, y volved aquí con ella.
Y no lo dijo a tonto ni a sordo, porque luego partió como un rayo y fue a lo que se le mandaba. Todos los presentes estaban suspensos, esperando el fin de aquel pleito, y de allí a poco volvieron el hombre y la mujer, más asidos y aferrados que la vez primera, ella la saya levantada y en el regazo puesta la bolsa, y el hombre pugnando por quitársela; mas no era posible, según la mujer la defendía, la cual daba voces diciendo:
—¡Justicia de Dios y del mundo! Mire vuestra merced, señor gobernador, la poca vergüenza y el poco temor deste desalmado, que en mitad de poblado y en mitad de la calle me ha querido quitar la bolsa que vuestra merced mandó darme.
—¿Y háosla quitado? —preguntó el gobernador.
—¿Cómo quitar? —respondió la mujer—. Antes me dejara yo quitar la vida que me quiten la bolsa. ¡Bonita es la niña! ¡Otros gatos me han de echar a las barbas, que no este desventurado y asqueroso! ¡Tenazas y martillos, mazos y escoplos, no serán bastantes a sacármela de las uñas, ni aun garras de leones!: ¡antes el ánima de en mitad de las carnes!
—Ella tiene razón —dijo el hombre—, y yo me doy por rendido y sin fuerzas, y confieso que las mías no son bastantes para quitársela, y déjola.
Entonces el gobernador dijo a la mujer:
—Mostrad, honrada y valiente, esa bolsa.
Ella se la dio luego, y el gobernador se la volvió al hombre y dijo a la esforzada, y no forzada:
—Hermana mía, si el mismo aliento y valor que habéis mostrado para defender esta bolsa le mostrárades, y aun la mitad menos, para defender vuestro cuerpo, las fuerzas de Hércules no os hicieran fuerza. Andad con Dios, y mucho de enhoramala, y no paréis en toda esta ínsula ni en seis leguas a la redonda, so pena de docientos azotes. ¡Andad luego, digo, churrillera, desvergonzada y embaidora!