Hoy es 13 de diciembre y para quienes conjugan las oposiciones con la docencia esta es una semana dura con exámenes, correcciones, evaluaciones… Pero queda ya poco para el final del trimestre y ahí podremos avanzar con fuerza. Nosotros comenzamos la semana, como siempre, con la solución a nuestro ¡Ponte a prueba!, el reto con el que acompañamos a quienes preparan la prueba de comentario de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura.
El viernes pasado ya decíamos que este texto era muy conocido y había aparecido en las oposiciones de 2018. Y así fue, pues apareció en las oposiciones andaluzas, aunque no este fragmento que seleccionamos, sino el inmediatamente anterior. Como siempre, han sido varias personas quienes han reconocido la obra.
Y así, Irene O Mar y Lydia P García señalan acertadamente la obra y Verónica Prezioso hace el pleno porque sitúa el fragmento con total precisión. ¡Enhorabuena a todas ellas y ojalá que el día D tengan la misma suerte!
Se trataba, efectivamente, de un fragmento del discurso que realiza don Quijote ante el Caballero del Verde Gabán cuando este le cuenta que su hijo quiere ser poeta. En este discurso, Cervantes pone en boca de don Quijote y argumenta sus propias ideas sobre la naturaleza de la poesía. Es por ello, una secuencia claramente argumentativa, como otros discursos que don Quijote realiza en la obra. Así pues, era un fragmento del capítulo XVI de la Segunda parte del Quijote (1615), escrita por el Príncipe de los Ingenios españoles, don Miguel de Cervantes y Saavedra (1547-1616).
Y a lo que decís, señor, que vuestro hijo no estima mucho la poesía de romance, doime a entender que no anda muy acertado en ello, y la razón es esta: el grande Homero no escribió en latín, porque era griego, ni Virgilio no escribió en griego, porque era latino; en resolución, todos los poetas antiguos escribieron en la lengua que mamaron en la leche, y no fueron a buscar las estranjeras para declarar la alteza de sus conceptos; y siendo esto así, razón sería se estendiese esta costumbre por todas las naciones, y que no se desestimase el poeta alemán porque escribe en su lengua, ni el castellano, ni aun el vizcaíno que escribe en la suya. Pero vuestro hijo, a lo que yo, señor, imagino, no debe de estar mal con la poesía de romance, sino con los poetas que son meros romancistas, sin saber otras lenguas ni otras ciencias que adornen y despierten y ayuden a su natural impulso, y aun en esto puede haber yerro, porque, según es opinión verdadera, el poeta nace: quieren decir que del vientre de su madre el poeta natural sale poeta, y con aquella inclinación que le dio el cielo, sin más estudio ni artificio, compone cosas, que hace verdadero al que dijo: «Est Deus in nobis», etc. También digo que el natural poeta que se ayudare del arte será mucho mejor y se aventajará al poeta que solo por saber el arte quisiere serlo: la razón es porque el arte no se aventaja a la naturaleza, sino perficiónala; así que, mezcladas la naturaleza y el arte, y el arte con la naturaleza, sacarán un perfetísimo poeta. Sea, pues, la conclusión de mi plática, señor hidalgo, que vuesa merced deje caminar a su hijo por donde su estrella le llama, que siendo él tan buen estudiante como debe de ser, y habiendo ya subido felicemente el primer escalón de las ciencias, que es el de las lenguas, con ellas por sí mesmo subirá a la cumbre de las letras humanas, las cuales tan bien parecen en un caballero de capa y espada y así le adornan, honran y engrandecen como las mitras a los obispos o como las garnachas a los peritos jurisconsultos.