Comenzamos el mes de abril y seguimos estudiando, muchas veces, apurados por el trabajo en el instituto. En todo caso, nosotros volvemos con nuestro ¡Ponte a prueba!, el reto con el que pretendemos ofrecer una piedra de toque y un noble pasatiempo a las esforzadas personas que preparan las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura en su siempre temida prueba de comentario, abriendo la participación a todas personas amantes de la literatura en español y su historia.
Hoy traemos otra vez un texto cuyo autor ha aparecido varias veces en las oposiciones en los últimos diez años, por lo que creemos que su identificación puede resultar más sencilla que en otras ocasiones. Como siempre, lo fundamental es identificar los rasgos que nos permiten adscribir el texto a una época, un género y un movimiento literario.
Como siempre, se puede participar escribiendo comentarios en la página de Facebook de Opolengua.com (no en la mía personal) hasta el domingo por la noche. Nosotros daremos el lunes la solución del reto y la lista de acertantes.
Y nada más por hoy. Feliz fin de semana. Saludos y ánimo.
Bajaba entre sí el joven admirando
armado a Pan, o semicapro a Marte,
en el pastor mentidos, que con arte
culto principio dio al discurso, cuando
rémora de sus pasos fue su oído,
dulcemente impedido
de canoro instrumento, que pulsado
era de una serrana junto a un tronco,
sobre un arroyo de quejarse ronco,
mudo sus ondas, cuando no enfrenado.
Otra con ella montaraz zagala
juntaba el cristal líquido al humano
por el arcaduz bello de una mano
que al uno menosprecia, al otro iguala.
Del verde margen otra las mejores
rosas traslada y lilios al cabello,
o por lo matizado o por lo bello,
si Aurora no con rayos, Sol con flores.
Negras pizarras entre blancos dedos
ingenïosa hiere otra, que dudo
que aun los peñascos la escucharan quedos.
Al son pues deste rudo
sonoroso instrumento,
lasciva el movimiento,
mas los ojos honesta,
altera otra bailando la floresta.
Tantas al fin el arroyuelo, y tantas
montañesas da el prado, que dirías
ser menos las que verdes Hamadrías
abortaron las plantas:
inundación hermosa
que la montaña hizo populosa
de sus aldeas todas
a pastorales bodas.
De una encina embebido
en lo cóncavo, el joven mantenía
la vista de hermosura, y el oído
de métrica armonía.
El Sileno buscaba
de aquellas que la sierra dio Bacantes,
ya que Ninfas las niega ser errantes
el hombro sin aljaba,
o si del Termodonte,
émulo del arroyuelo desatado
de aquel fragoso monte,
escuadrón de Amazonas desarmado
tremola en sus riberas
pacíficas banderas.