¡Ponte a prueba! 7/2023

¡Ponte a prueba! 7/2023

Ponte a prueba. Logo Opolengua

Finalizamos otra semana más de esfuerzo. Se acortan los días y se agrandan las ilusiones y la ansiedad. Pocas personas nos aventajan en la conciencia del paso del tiempo. Eso es vital para nosotros. Y va pasando un viernes tras otro, sin respiro. Y nosotros queremos contribuir al ocio y a la preparación mediante una propuesta que aúna ambos elementos. Se trata de nuestro reto semanal, nuestro ¡Ponte a prueba!, con el que deseamos acompañar a las nobles y abnegadas personas que preparan la prueba del comentario de texto, esa que hace sirve de criba en las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura.

El género que tratamos hoy no ha aparecido en muchas ocasiones. Sin ánimo de ser exhaustivos, yo recuerdo tan solo tres casos: Madrid y Andalucía ya hace años y Castilla La Mancha no hace tanto. Eso quiere decir que hasta ahora ha aparecido pocas veces, pero sí lo ha hecho. Y eso quiere decir que es más fácil que vuelva a aparecer a que aparezca otro que no salió nunca.

Se trata, como sabemos de reconocer la obra y su autoría. Si es posible, debemos indicar de qué parte de la obra se ha extraído el fragmento. Si no reconocemos la obra (y eso puede pasarnos perfectamente en el examen real), lo crucial es no ponernos nerviosos: Como siempre, debemos recordar que para escribir un buen comentario de oposiciones no es preciso reconocer la obra, sino que basta con elaborar el desarrollo razonado de la adscripción del texto a un género, una época y un movimiento.

Como siempre, puedes participar escribiendo comentarios en la página de Facebook de opolengua.com (no en la mía personal) hasta el domingo por la noche. Nosotros daremos el lunes la solución del reto y la lista de acertantes.

Y nada más por hoy. Feliz fin de semana. Saludos y ánimo.

EL CAPELLÁN.- ¡Aún está caliente el cuerpo de vuestra madre, y ya peleáis como Caínes! ¡Respetad el sueño de la muerte, sacrílegos! Esperad a que llegue vuestro padre, y él dará a cada uno lo que en herencia le corresponda. No seáis como los cuervos, que caen en bandada sobre los muertos para comérselos. ¡Cuervos! ¡Caínes!
(LOS cinco hermanos, revueltos en un tropel, siguen gritando en el centro de la estancia, y los brazos se levantan sobre las cabezas amenazadores y coléricos.)
DON FARRUQUIÑO.- Don Manuelito, esto no se arregla con sermones.
EL CAPELLÁN.- ¡También has manchado en este saqueo tus manos que consagran a Dios! Esperad a que llegue vuestro padre y él dará a cada uno lo suyo. ¡Los lobos en el monte tienen más hermandad que vosotros! ¡Nacidos sois de un mismo vientre, y peleáis como fieras que por acaso se hallan en un camino!
DON FARRUQUIÑO.- ¿Quién avisó a Don Juan Manuel?
EL CAPELLÁN.- Yo le avisé. Esta tarde salió con una carta mía, la barca de Abelardo.
DON PEDRITO.- ¡Esa es una conspiración!
DON MAURO.- ¡Qué se pretende con avisar a mi padre!
DON GONZALITO.- Debió respetarse la voluntad de mi madre, que no le llamó cuando estaba moribunda.
EL CAPELLÁN.- Porque vosotros lo habéis estorbado. Pero harto sabéis que su último suspiro fué para él. ¡Cuervos! ¡Lobos!
DON PEDRITO.- ¡Basta de insultos, que la paciencia se me acaba!
EL CAPELLÁN.- ¡Y tú el mayor cuervo! ¡Y tú el mayor lobo!
DON FARRUQUIÑO.- ¡Qué valor da el vino!
DON MAURO.- ¡Un rayo te parta, Don Manuelito!
EL CAPELLÁN.- Guardad esos fieros para las mujeres y para los rapaces, que a mí no se me asusta con ellos. ¡Sacrílegos! Vendrá Don Juan Manuel y os arrojará de esta casa que estáis profanando con vuestras concupiscencias.
DON PEDRITO.- ¡Un rayo me parta! ¡Me da el corazón que hoy ceno lengua de clérigo!
DON FARRUQUIÑO.- ¡Adobada en vino!
EL CAPELLÁN.- ¡Sacrílegos! ¡Seríais capaces de poner las manos sobre esta corona!
DON FARRUQUIÑO.- ¡No lo consentiría yo!
EL CAPELLÁN.- ¡Tú eres el peor de todos!… Ya tendréis el castigo, si no en esta vida, en la otra… Os dejo, os dejo entregados a este latrocinio impío… ¿Oís esa campana? Llama por mí y llama también por vosotros… Voy a decir la primera misa por el descanso de nuestra madre, mi protectora, mi madre. Vosotros, Caínes, bien hacéis en no oírla. ¡Sería un escarnio! Sois como los perros, que no pueden entrar en la casa de Dios.
(EL CAPELLÁN sale, y el doble de la campana que resuena en la sala desmantelada, detiene por un momento aquel expolio a que se entregan desde el comienzo de la noche los cinco bigardos.)