Se acerca la Navidad y es quizá el mejor momento para plantearnos nuestra estrategia de cara al año próximo. Muchas personas dispondrán de un tiempo extra (estarán de vacaciones) para poderlo dedicar a la preparación, otras personas tendrán más cargas familiares por lo que suponen estas fiestas; pero todas se plantearán cómo enfocar 2023 porque va a ser un año decisivo.
Todas las personas somos diferentes en la vida… y en las oposiciones
Y en este sentido, lo primero que debemos hacer es asumir que el ritmo de estudio es algo absolutamente personal. Las oposiciones son un océano enorme en el que cada persona navega en función de sus propias circunstancias. Hay circunstancias laborales (¿Tengo trabajo? ¿Qué tipo de trabajo tengo? ¿Dónde trabajo? ¿Cuántas horas trabajo? ¿Cómo me desplazo al mismo?), situación familiar y afectiva (¿Tengo pareja? ¿Tengo hijos o no? ¿Tengo otras cargas familiares?) y, sobre todo, nuestra propia personalidad (¿Cómo soy? ¿Memorizo con mucha facilidad? ¿Tengo muchas lecturas? ¿Tengo una buena sensibilidad literaria? ¿Soy una persona rápida para relacionar conceptos con las obras? ¿Tengo una buena expresión oral? ¿Tengo ya una programación didáctica hecha). Y esto son solo un ramillete de cuestiones…
El error de seguir el camino de otra persona en las oposiciones
Como vemos, los seres humanos y nuestras circunstancias son absolutamente únicas y, por ello, debemos asumir que cada persona ha de realizar su propia singladura. Todos tenemos el mismo puerto de llegada (la plaza), pero nadie va a navegar exactamente por la misma derrota, el mismo itinerario y proceso de estudio. Al examen del día D confluyen personas que llevan unos meses estudiando con otras que llevan años, personas que tienen una antigüedad dando clase (que no implica necesariamente sabiduría, porque se puede ser muy antiguo cometiendo errores) con otras que no han dado clase nunca, personas que proceden de Filología con otras que han estudiado otras carreras… y así podríamos seguir hasta el infinito. Y sin embargo, hay muchas personas que cometen dos errores graves en este sentido.
El error de idealizar a los demás aspirantes
Este error es muy común y consiste en creer que existe el opositor ideal, al que se le da bien todo (temario, ejercicios prácticos y programación), no comete errores nunca y no tiene ningún tipo de problema que le impide estudiar. Pues bien, ante esto hay que decir una verdad: este opositor no existe. Es más, el 90% de las personas que se presentan a las oposiciones van mal preparadas. Todas las personas tenemos problemas aunque no estudiemos oposiciones, con que podemos suponer, si somos realistas, que cualquier persona, con el estudio de las oposiciones, le llega una carga extra que es muy difícil gestionar y por ello genera unas tensiones brutales.
El error de fijarnos en una persona en concreto que sacó la plaza
El otro error muy común es fijarnos en otra persona que conocemos y nos comparamos con ella. Y esa comparación no tiene sentido por las mismas razones que hemos dicho más arriba. Esa persona no es igual que nosotros. Ella es de una manera, nosotros de otra; ella tiene unas característica, nosotros tenemos otras.
Cada persona ha de trazar su propio camino en las oposiciones
De todo esto, sacamos una conclusión evidente: cada persona ha de seguir su propia derrota, su propia travesía en las oposiciones. Y es importantísimo no forzarnos en este aspecto, porque equivocarnos en este aspecto solo puede conducirnos a que sintamos más ansiedad, más angustia e incluso, lleguemos a abandonar las oposiciones. Hay que tener en cuenta que la causa más importante por la que las personas abandonan las oposiciones es justamente no asumir el ritmo de preparación que pueden sostener en el tiempo.
Realismo y persistencia
La plaza es para quienes son capaces de asumir un ritmo de estudio que se pueda sostener en el tiempo. El ritmo que nos propongamos ha de obligarnos a un esfuerzo grande, pero debe ser sostenible en el tiempo sin que la ansiedad nos acorrale. Lo primero es ver de cuántas horas reales podemos disponer y luego ver cómo situamos las diferentes tareas que la oposición nos supone en ese tiempo. Para ello, lógicamente, debemos saber cuánto nos cuesta cada una de esas tareas. Es muy bueno contar en este sentido con alguien que pueda ayudarnos a evaluar nuestras posibilidades, jerarquizar y organizar esas tareas (y a eso es a lo que nos dedicamos en Opohispania), pero lo fundamental es hacerlo con realismo.
La plaza está al final del camino
Y es que al final de ese camino, que para algunas personas es mas largo (yo tardé seis años en recorrerlo) y otras más corto, está la plaza. Y esta es la verdad. Esta es una travesía que inician decenas de miles de personas y que concluyen muchas de ellas, pero el 90% de las personas abandonan porque naufragan. Tú no vas a estar entre los náufragos porque vas a comprender tus limitaciones y vas a tensar tus fuerzas al máximo, pero comprendiéndote y asumiendo que cada día tiene solo veinticuatro horas y que tu triunfo consiste precisamente en avanzar un poco cada día hasta obtener la plaza. Y ahora llegamos al punto inicial del artículo. Llega la Navidad y tenemos tiempo para reflexionar y actuar. ¡Vamos a aprovecharlo!
Saludos y ánimo.