Ponte a prueba 25/2023 (Solución)

Ponte a prueba 25/2023 (Solución)

Ponte a prueba. Logo Opolengua

Ya es nuevamente lunes y comenzamos esta semana pues con la publicación de la lista de participantes en nuestro ¡Ponte a prueba!, el reto con el que desde hace ya seis años queremos ayudar a las valerosas y abnegadas personas preparan la temida prueba del comentario de texto de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura.

Ya avisábamos el viernes que el texto elegido sería difícil de reconocer pues pertenece a una obra poco conocida, aunque muy interesante. Lo cierto es que en su día iba a ser editada por Aguilar, pero tuvo problemas con la censura franquista y finalmente fue editada por Alianza en tres tomos y ha vuelto a ser editada en 2022 por Arca en un solo volumen de casi novecientas páginas. El mismo vienes comentábamos que esta obra cayó en las oposiciones de Madrid en 1996 y yo creo que nadie la debió de reconocer en mi tribunal, pues yo no la reconocí y tuve la nota más alta en el comentario. Supongo que si hubiera sido muy reconocida, mi nota, habría sido inferior pues hubiese tenido competidores más acertados de los que tuve. Las oposiciones son siempre una prueba de valoración relativa y nuestra calificación va a resultar mejor o peor en función de la que obtengan nuestros contendientes. Si yo tengo un 9, pero hay muchos opositores con un 10, mi nota vale poco. Si yo tengo un 7 (que es la nota con la que yo saqué mi plaza) y no hay nadie con más nota que yo (lo que fue mi caso, pues no había más que una plaza), pues mi 7 vale más que el 9 al que me he referido anteriormente.

En esta ocasión, y a pesar de la dificultad, han participado con acierto varias personas. Así Nathalie Marañón, Eva López Santuy y José Manuel Serrano Valero aciertan al ubicarlo correctamente en su época. José Manuel Serrano Valero y Verónica Prezioso señalan también de forma correcta su carácter híbrido. Isidro Ruiz de Osma y Eva López Santuy precisan acertadamente su naturaleza genérica entre la narración y el ensayo. ¡Enhorabuena a todos ellos y ojalá que el día D tengan la misma suerte!

Y es que, efectivamente, era un fragmento de las memorias del escritor sevillano (aunque afincado en Madrid desde 1895 por lo que tiene relación con ambas comunidades), Rafael Cansinos Assens (1882-1962) tituladas La novela de un literato, donde recuerda sus vivencias desde principios del siglo XX hasta el estallido de la guerra civil. La obra ha vuelto a ser editada en 2022. Más en concreto recuerda aquí las obras de construcción de la Gran Vía que comenzaron en 1910 y finalizaron en 1930. En el fragmento que cayó en las oposiciones de 1996, Cansinos, con un estilo muy experimental, recordaba cómo, con los integrantes de la generación del 27, iban a orinar a la verja de la RAE como forma de mostrar su rebeldía y oposición a la Academia, recurriendo a una alegoría que tenía su base en la metáfora “aspersores mingitorios”. Yo no acerté ni la época (pues lo situé en la narrativa experimental de los sesenta), pero sí interpreté correctamente el texto al advertir al tribunal del contenido escatológico del texto (creo que muchas personas no sabían qué era “mingitar”) y señalé sus rasgos experimentales y burlescos de forma razonada y correcta. Eso (y, probablemente, el hecho de que mis contendientes no acertaran a explicar su contenido y rasgos) me dio la nota más alta del tribunal. De cómo perdí mi plaza ese año por 0,0011 puntos por no tener hechos suficientes méritos en cursos hablaremos otro día. Así que, a estudiar y a sumar puntos se ha dicho. Feliz semana de estudio. Saludos y ánimo.

El paisaje recuerda esas estampas de la guerra, que publican los periódicos gráficos, obtenidas después de un bombardeo, interiores de casas a medio demoler, trozos de alcoba, en las que miles de seres ignorados habrán amado y muerto oscuramente, y que dejan ver su empapelado de un rosa tierno como una desnudez. Toda una intimidad brutalmente violada que no puede mirarse sin algo de rubor y piedad. Esa piqueta nihilista que ha herido de muerte el viejo barrio ha herido también en cierto modo nuestra carne. ¡Cuántos besos nuestros, cuántas caricias locas de nuestra juventud sin amor no han quedado ahí sepultadas bajo los escombros! ¿Qué habrá sido de aquella muchacha que como una cariátide en la puerta de aquella casa de la Travesía del Carbón nos llamaba al pasar, sonriendo como una novia?… Voy haciendo mentalmente la elegía del viejo barrio doloroso e infame, en tanto paseo lentamente al borde de las inmensas zanjas, abiertas para los cimientos de la nueva calle, por encima de las cuales el pensamiento se remonta al porvenir. De ahí, de esas zanjas, de sus entrañas profundas, maternales, brotarán soberbios edificios, pequeños rascacielos, estilo Nueva York, teatros, cines, bazares magníficos y suntuosos. Pero, por el momento ese espléndido porvenir es sólo un sueño vago y lo que ven los ojos son únicamente esas simas tremendas semejantes a fosas de cementerio como para enterrar a todo una población epidemiada… dijérase que sobre ellas revolotean los ángeles de la Muerte.
-¿También usted ha venido a curiosear? – Suena una voz bronca a mi lado. Me vuelvo y… es Cubero, el filósofo hampón, sucio y desharrapado como siempre, y como siempre, cargado de librotes y periódicos atrasados… Se diría el genio de estas ruinas.
Guiñando sus ojillos con una siniestra alegría, nihilista, me dice: -¿Verdad que esto está bien? La piqueta es algo magnífico, como las bombas de los anarquistas… Da gusto ver tantos escombros… Los cronistas sentimentales lloran tinta, por que ya no existe el Café Habanero… ¡Cipote!, ese lugar de juergas para señoritos y grifas… Pero, ¿a mí qué me importa el Habanero, si no tenía perras para ir a él?… ¡Todavía el cafetín de la calle del Carbón!… Allí sí podía uno alguna vez tomarse un chocolate con buñuelos o porras… Pero, ¡no hay pocos cafetines todavía por los barrios bajos!…
Cubero se inclina sobre las zanjas, las sondea con los ojos y parece estremecerse de placer. Si fuese un perro, movería la cola.
-Vea usted…, es magnífico… Qué fosas tan a propósito para enterrar en ellas a tantos cretinos de burgueses de ateneístas, de poetastros con dinero y sin talento… Aquí cabrían todos esos idiotas cursis que están tan huecos porque Madrid va a tener su Gran Vía… Edificios soberbios, hoteles lujosos, etcétera. ¡Pero a mí qué me importa todo eso! Yo como en los refugios y duermo en los desmontes… ¡Nos ha fastidiado! Yo lo que quisiera es que la piqueta derribara no solo este barrio, sino todo Madrid…, y no dejase más que una inmensa fosa, para echar en ella a todos los burgueses de la política y la literatura… A los Azorines y los Baroja y los Unamuno… a todos esos sabios oficiales catedráticos y profesores como Ortega y Gasset, que viven bien y chupan de la nómina y pasan por sabios porque tienen un título…
-Usted también lo tiene…, ¿no es usted abogado?
-Sí, para lo que me vale.