Comenzamos mayo. El día D se acerca y estas semanas son ya decisivas. Avancemos fuerza y valor hacia nuestro objetivo. Repasemos, estudiemos, comentemos, programemos… Nosotros queremos animar esa disposición al trabajo iniciando la semana con la publicación del resultado de nuestro ¡Ponte a prueba!, el reto con el que acompañamos a las personas que preparan la prueba de comentario de texto de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura.
Ya decíamos el viernes que reconocer o acertar la autoría y el texto al que podía pertenecer el fragmento podía resultar muy difícil y así ha sido porque nadie lo ha acertado. Y es que, como indicamos, el contenido del fragmento, al tratarse de un gran discurso feminista, resulta bastante acorde con el espíritu de nuestros días; sin embargo, su autoría podía resultar muy complicada de acertar. Aún así, nos pareció interesante desvelar este pasaje para general conocimiento, pues muestra que en ocasiones las ideas generales no deben ser aplicadas de forma mecánica y que todas las leyes tienen su excepción.
A pesar de no acertar con la dificilísima autoría, nuestros participantes han señalado de forma acertada importantes rasgos del fragmento. Y así, José Manuel Serrano Valero acierta al situarlo después de la Edad Media, Verónica Prezioso lo sítúa acertadamente en el Siglo de Oro y acierta también con su género ensayístico. En la misma época lo sitúa Adrián Gómez Acosta y no está desacertado en el género, pues es una obra con rasgos narrativos, Isidro Ruiz de Osma se decanta también por el Barroco y Antonio Parrales también lo sitúa en el Barroco. Eva López Santuy acierta en lo referente al contenido del fragmento.
Pero nadie acierta con el autor y la obra… Y es que es normal que se haya dado una cierta sorpresa, pues se trataba del Cuadro LX y último de La Hora de todos y la Fortuna con seso (escrita en 1633-1635 y editada en Zaragoza en 1650), de Francisco de Quevedo (1580-1645). Como sabemos, Quevedo tiene fama de misógino, ganada sobre todo por su obra satírica. En este fragmento, como podemos ver, hay una encendida y bien razonada defensa de las mujeres, aunque hay que señalar que este discurso es contestado acto seguido por “un dotor, a quien la barba chorreaba por los tobillos”, que es también digno de leerse.
Y nada más por hoy. Feliz fin de semana. Saludos y ánimo.
-Tiranos , ¿por cuál razón (siendo las mujeres de las dos partes del género humano la una, que constituye mitad) habéis hecho vosotros solos las leyes contra ellas, sin su consentimiento, a vuestro albedrío? Vosotros nos priváis de los estudios, por invidia de que os excederemos; de las armas, por temor de que seréis vencimiento de nuestro enojo los que lo sois de nuestra risa. Habéisos constituido por árbitros de la paz y de la guerra, y nosotras padecemos vuestros delirios. El adulterio en nosotras es delito de muerte, y
en vosotros, entretenimiento de la vida. Queréisnos buenas para ser malos, honestas para ser distraídos. No hay sentido nuestro que por vosotros no esté encarcelado; tenéis con grillos nuestros pasos, con llave nuestros ojos; si miramos, decís que somos desenvueltas; si somos miradas, peligrosas, y, al fin, con achaque de honestidad, nos condenáis a privación de potencias y sentidos. Barbonazos, vuestra desconfianza, no nuestra flaqueza, las más veces nos persuade contra vosotros lo propio que cauteláis en nosotras. Más son las que hacéis malas que las que lo son. Menguados, si todos sois contra nosotras privaciones, fuerza es que nos hagáis todas apetitos contra vosotros.
Infinitas entran en vuestro poder buenas, a quien forzáis a ser malas, y
ninguna entra tan mala a quien los más de vosotros no hagan peor. Toda vuestra severidad se funda en lo frondoso y opaco de vuestras caras, y el que peina
por barba más lomo de jabalí, presume más suficiencia, como si el solar del seso fuera la pelambre prolongada de quien antes se prueba de cola que de juicio. Hoy es día en que se ha de enmendar esto, o con darnos parte en los estudios y puestos de gobierno, o con oírnos y desagraviarnos de las leyes establecidas, instituyendo algunas en nuestro favor y derogando otras que nos son perjudiciales.