El día D ya está aquí. En muchas comunidades será este fin de semana. Llega el momento de la verdad, en el que vamos a probarnos con el texto real que haya seleccionado el tribunal de oposiciones. Desde aquí queremos enviar la mayor suerte del mundo a todos los que se presentan en estos días. Y por eso hoy hacemos nuestro último ¡Ponte a prueba! de este curso. Desde www.opolengua.com, hemos intentado ser un apoyo para todas esas personas, grandes y nobles, que preparan la prueba de comentario de texto de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura. Como siempre, nuestro reto está abierto a las personas de ambos hemisferios que aman nuestra lengua y literatura.
Y por ser el último día, hoy traemos un texto que ya apareció en las oposiciones realmente. Habrá quien lo reconozca y tendrá por ello una gran ventaja para comentarlo, pero también habrá quien no lo reconozca pero sea capaz de hacer un buen comentario al adscribirlo razonadamente a su época, género y movimiento literario.
Como siempre, puedes participar escribiendo comentarios en la página de Facebook de opolengua.com (no en la mía personal) hasta el domingo por la noche. Como siempre también, las normas para participar en el reto son escribir los comentarios sin leer los anteriores y no consultar internet para resolver el enigma, pues el día D no tendremos más apoyo que nuestra propia sabiduría. Nosotros daremos la solución del acertijo y la lista de acertantes el lunes.
Y nada más por hoy. Saludos, ánimo… ¡y toda la suerte del mundo en el examen!
La niña tenía la cara oscura y los ojos como endrinas. La niña llevaba el cabello partido en dos mechones, trenzados a cada lado de la cara. Todos los días iba a la escuela, con su cuaderno lleno de letras y la manzana brillante de la merienda. Pero las niñas de la escuela le decían: «Niña fea»; y no le daban la mano, ni se querían poner a su lado, ni en la rueda ni en la comba: «Tú vete, niña fea». La niña fea se comía su manzana, mirándolas desde lejos, desde las acacias, junto a los rosales silvestres, las abejas de oro, las hormigas malignas y la tierra caliente de sol. Allí nadie le decía: «Vete». Un día, la tierra le dijo: «Tú tienes mi color». A la niña le pusieron flores de espino en la cabeza, flores de trapo y de papel rizado en la boca, cintas azules y moradas en las muñecas. Era muy tarde, y todos dijeron: «Qué bonita es». Pero ella se fue a su color caliente, al aroma escondido, al dulce escondite donde se juega con las sombras alargadas de los árboles, flores no nacidas y semillas de girasol.