Hoy acaba una semana que siempre es especial, porque en ella conmemoramos el descubrimiento de América, que es la jornada más importante para nuestra lengua, tal y como hicimos en la entrada de ayer, porque es la que hace posible que esto que estoy escribiendo se lea, tal y como sabemos que ocurre realmente, en muchos países hermanos más allá del Charco. Desde aquí, un saludo para todos ellos. Pero hoy es viernes y, aunque sea puente para muchas personas, nosotros acudimos felices y presurosos a nuestra cita semanal con el ¡Ponte a prueba!, el alegre acertijo con el que facilitamos una piedra de toque a esas nobles y bizarras personas que quieren ser docentes de Lengua Castellana y Literatura y por eso preparan su prueba más difícil, la del comentario de texto. Como siempre, nuestro reto (y mucho más hoy) está abierto a todas las personas de ambos hemisferios, tal y como se decía en nuestro Siglo de Oro, que aman nuestra lengua y literatura comunes.
La propuesta de la semana: un texto sobre la hispanidad
Como cada semana cercana al 12 de octubre proponemos un texto alusivo a la hispanidad. Este texto seguramente podría dar pie a un comentario lingüístico relacionado con su género discursivo, la polifonía enunciativa o la intención pragmática. Reconocerlo será muy difícil para quien no lo haya leído, por lo que habría que contentarse con señalar su época, género y, si es posible, un movimiento literario. Con estos elementos bien razonados, podríamos hacer un gran comentario.
¿Cómo participar?
Si quieres participar, como siempre, lo puedes hacer escribiendo comentarios en la página de Facebook de opolengua.com (no en la mía personal) hasta el domingo por la noche. Y como siempre también, las normas para participar en el acertjio son escribir los comentarios sin leer los anteriores y no consultar internet para resolver el enigma, pues el día D no tendremos más apoyo que nuestra propia sabiduría. Nosotros daremos la solución del acertijo y la lista de acertantes el lunes.
Y nada más por hoy. Saludos y ánimo.
Aseguré en la introducción que el estudio de la leyenda negra nos permitiría comprender el presente y, quizá, incluso cambiar el futuro. Hemos visto que, terminada la larga dictadura franquista, España no supo cómo relacionarse correctamente con Europa y los españoles cómo enfrentar su propia historia. Muchos de ellos, por reacción a la dictadura, comenzaron a ser negrolegendarios y, como destaca Alfonso Guerra, a usar el gentilicio “español”, con su variante “españolista”, como una imputación despectiva. Los que no pensaban así dejaron hacer o no se opusieron a los negrolegendarios con la tenacidad que la gravedad de la situación requería. No se daban cuenta de que la leyenda negra serviría los nacionalistas catalanes para justificar su independencia de España, situación que llevó al país -como destaca Frigdiano Álvarez Durántez Prados-, a encontrarse, “en tanto que Estado-nación, en la fase terminal, de un largo proceso de construcción nacional, y en un periodo de mera existencia agónica.
Así, mientras en España se abandonaba la defensa de su pasado americano, en Hispanoamérica, se producía una revigorización del fundamentalismo indigenista, que envenenaba el alma de los hispanoamericanos al presentar a España como enemiga de América, para que tirásemos por la borda todo lo que nos une; esto es, costumbres, lengua y religión.
Es innegable que Europa tiene una pirámide poblacional funeraria y que el proletariado externo que ella misma trae tiene, hasta ahora, un sentido de la existencia y una visión de cómo organizar la sociedad y el Estado distinta de la reinante en la sociedad de acogida. Ante esta circunstancia -y nada nos hace pensar que pueda modificarse-, es evidente que solo la inmigración masiva, de hispanamericanos, podría realizar el milagro de que España siga siendo España. Pero para que la providencia o la suerte nos ayude es necesario que seamos capaces de ayudarla. En este sentido, es imprescindible terminar con el mito de la leyenda negra para que los hispanoamericanos no lleguen a España, cargados de resentimiento o de odio. Es necesario que sepamos que el imperio era nuestra patria, que esa patria estalló en múltiples fragmentos y que uno de esos fragmentos se llama España, otro Argentina, otro México, otro Venezuela… Solo así, los hispanoamericanos serán recibidos por todos los españoles como verdaderos compa patriotas. De lo contrario, habrá guetos y no integración verdadera.
Estimado lector, para que España siga siendo España es necesario que usted y todos los españoles europeos recuerden ahora -y nunca más vuelvan a olvidarlo-, que ningún hispanoamericano, moreno, indio o criollo, es extranjero en España y que los españoles americanos sientan que ningún español europeo es extranjero en Hispanoamérica.