¿Por qué es mejor que las plazas de Lengua las otorguen los propios tribunales?

¿Por qué es mejor que las plazas de Lengua las otorguen los propios tribunales?

injusticia en las oposiciones de lengua
Foto de Oliver Sjöström en Unsplash

Hoy tratamos un tema al que generalmente no se le da gran importancia y sin embargo, en mi opinión, la tiene y mucha. ¿Hay diferencias entre que las plazas de Lengua las den los tribunales o lo hagan las comisiones de selección? Yo mismo sufrí sus consecuencias durante mi etapa como opositor y he conocido, desgraciadamente, a muchas personas que han tenido mi misma mala experiencia, incluso este mismo año, porque hasta que no se cambien las normas, la posibilidad de la injusticia está ahí. Mi solidaridad con ellas desde esta humilde página.

En las oposiciones de Lengua hay dos formas de realizar la selección de aspirantes

Cuando consultamos la convocatoria de las oposiciones, hemos de tener en consideración un aspecto que a menudo pasa desapercibido y es el siguiente: ¿Quién va a dar las plazas? ¿El propio tribunal que nos examinará o una oscura comisión de selección que se limitará a sumar la calificación procedente de los tribunales con el baremo de méritos hasta alcanzar la puntuación global y luego establecerá el orden de los aspirantes? Pondremos un ejemplo real, el mío propio (que es el que mejor conozco), para que se entienda con nitidez; pero quede claro, como he dicho, que esta injusticia se repite año tras año afectando a miles de opositores en España.

Los años noventa: años de escasez de plazas en las oposiciones de Lengua

Aquellos fueron años muy duros, pues tras la resaca del proceso de regularización de interinos de los años 1991-1993, durante el que se habían ofertado miles de plazas, se produjo una gran crisis económica y además España hizo enormes esfuerzos presupuestarios para ser admitida en el euro. El resultado fue que hasta 2002 no aumentó la oferta de plazas y no fue amplia hasta 2008 (con un nuevo proceso de regularización). Esto es fácilmente perceptible hoy día en el hecho de que hay muy pocas personas que obtuvimos la plaza en este periodo. 

Las oposiciones de 1994: Extremdaura y Andalucía

En 1994, recién estrenadas las competencias educativas, yo me presenté, como tantos otros compañeros, a las oposiciones en dos comunidades. En Madrid había poquísimas plazas (creo recordar que eran solo 6) y en Extremadura eran más o menos el doble. Y por eso decidí probar suerte en Extremadura. En Andalucía eran unas pocas más y también decidí intentarlo. 

La suerte no me sonrió en Extremadura

Muchas veces he dicho que la mayor suerte en las oposiciones no estriba en la bola que te cae en el tema o el texto que te cae en el comentario, sino el tribunal que te toca en suerte. Y esto, que es una verdad palmaria, se manifestó con crudeza en aquella ocasión. En las oposiciones de Lengua extremeñas de aquel año, había solo dos tribunales (ambos en Cáceres). Los dos tribunales estaban en el mismo instituto. Hicimos el comentario, que era entonces la primera prueba y yo salí bastante satisfecho. Al salir las notas, acudí a Cáceres a verlas, pues entonces no había internet. Miré el tablón. Tenía un 7 y pico y estaba entre las primeras notas del tribunal. Me alegré. 

Hasta ese día yo desconocía qué era una comisión de selección en las oposiciones

Pero pronto el gozo se convirtió en tristeza cuando otros compañeros me dijeron que el otro tribunal había puntuado mucho más alto. Y era verdad: había más de diez personas entre el 9 y el 10 y muchos más por encima de mi 7. Un compañero me explicó lo que aquello suponía. Las plazas no las daban los tribunales como ocurría en Andalucía (y como era tradicional en España desde siempre), sino que los tribunales se limitaban a poner notas y luego otras personas ajenas a los tribunales, la llamada comisión de selección, sumaban los puntos obtenidos en la oposición a los del baremo y ordenaban la lista. Es decir, si tu tribunal ponía las notas muy altas, todo iba perfecto; pero si las ponía bajas, era tu eliminación. Quedaban dos pruebas, pero yo ya supe que estaba eliminado.

Oposiciones de Lengua Madrid 1996: se repite la historia

En 1996 yo ya sabía lo que significaba la comisión de selección y al salir la convocatoria de Madrid comprobé que en ella estaba esta figura maldita. Pero no podía presentarme a otra convocatoria, por lo que opté por presentarme en la comunidad en la que era interino. 

Mi actuación ante el tribunal en 1996

Ese año tuve suerte. Hice un buen tema escrito, realicé el comentario razonablemente bien (era el texto de Cansinos Assens al que me he referido tantas veces en nuestros cursos de comentario) y realicé una encerrona brillante del tema 36 (entonces la encerrona consistía en hablar durante una hora sobre un tema del temario). Digo que creo que fue brillante porque al finalizar, los cinco miembros del tribunal me dieron la enhorabuena y me dijeron que la plaza sería mía, ya que yo era el último en exponer y llevaba ventaja sobre otros aspirantes. Ellos creían que las notas se daban como cuando ellos habían sacado la plaza, antes de los noventa. Yo les saqué de su error y les dije que ellos se limitaban a ponerme una nota y que luego actuaría la comisión de selección. Incluso me preguntaron qué nota creía yo que necesitaba. Y yo, estúpido de mí, les dije que creía que al menos un 9. Me pusieron un 9,05, pues ellos estaban acostumbrados a sacar la plaza con un 6 o un 7 (así eran las oposiciones antiguas). Y no obtuve plaza, quedándome a 0,11 puntos de la plaza. Estoy seguro de que si les hubiera pedido un 10, me lo habrían puesto y habría tenido plaza con toda seguridad. Pero bueno, ahora me alegro porque gané una experiencia enorme en los dos años siguientes.

La ignorancia de opositores y tribunales sobre este tema

Antes de la LOGSE, las plazas las daban los tribunales directamente. Al darse las competencias de Educación a las autonomías, algunas comunidades burocratizaron el proceso poniendo las oscuras comisiones de selección. Y en los años noventa (e incluso hoy) muchos miembros de los tribunales no sabían eso y actuaban sin tenerlo en consideración. No se daban cuenta (no se dan) de que si ponen notas bajas, la suerte de sus opositores está echada: no obtendrán plaza.

Las oposiciones de Lengua 1998: cruz en Madrid

En 1998 me presenté en dos comunidades. Una, Andalucía, en la que seguía el modelo tradicional y las plazas eran dadas directamente por el tribunal y otra, en Madrid, donde imperaban las comisiones de selección. En Madrid ya había muchos tribunales que eran conscientes de su nuevo papel. Desgraciadamente, no en el mío. En mi tribunal pusieron a casi todo el mundo un 5 en el comentario, que fue la primera prueba, por lo que yo sabía que estaba eliminado desde el principio. Dos amigos míos sacaron ese año la plaza en Madrid. Los dos sacaron un 10 en todas las pruebas. Y es que, o sacabas un 10 en todo, o corrías el riesgo de no obtener plaza, porque había muy pocas. Creo que fueron 9 plazas o así. Todos los aspirantes que sacaron la plaza, lo hicieron encadenando tres dieces, uno en cada prueba.  ¿Es posible que tantos aspirantes hagan perfectos todos los ejercicios o eran conscientes los tribunales de lo que ocurría y actuaron en consecuencia?

Las oposiciones de Lengua 1998: cara en Andalucía

En Andalucía había 42 plazas para toda la comunidad. Pero las plazas se daban por tribunal y eso a mí, con mis experiencias, me reconfortaba. En mi tribunal había 300 personas de las que se presentaron 240. Había una plaza. Y yo tuve la suerte de obtenerla con una nota global que no llegó al 8. Pero mi tribunal consideró que, aunque mis ejercicios distaban (y mucho) de la perfección, eran los mejores de mi tribunal.

La lección es que es mucho más justo que las plazas de las oposiciones de Lengua las den los tribunales

Es evidente, por tanto, que resulta mucho más justo que las plazas de las oposiciones las den directamente los tribunales, pues ellos van a medir por el mismo rasero a todos los aspirantes. Ya sabemos que unas personas son más tendentes a poner notas altas y otras son más tendentes a ser más duros. Es totalmente injusto que todos los aspirantes de unas oposiciones no sean medidos por el mismo rasero y las comisiones impiden esto. Si a esto le añadimos la ignorancia o la inconsciencia de los propios tribunales de lo que esto supone, la consecuencia es clara: la injusticia. Y bastante arbitrario es el proceso de las oposiciones como para hacerlo más todavía. 

¿Qué puedo hacer yo como aspirante ante esto?

Podemos hacer poco, la verdad. Este es un tema que no está en el debate sindical, ni mucho menos en el político. Parece increíble que una injusticia tan flagrante pase inadvertida y que nadie haya movido un dedo para cambiarla en treinta años. Pero es así. Lo que sí podemos hacer es ser conscientes de ello, para lo que conviene leerse las bases de las convocatorias atentamente. En aquellas en las que los tribunales sí dan las plazas debe poner algo parecido a lo que aparece en las convocatorias andaluzas.

¿Qué dicen las convocatorias de oposiciones en las que los tribunales sí dan las plazas

La última convocatoria andaluza decía, por ejemplo:

1.5. Asignación de plazas a los tribunales.

En las especialidades en las que se constituya más de un tribunal, el número de plazas que se asigne a cada uno de ellos será, para cada uno de los turnos, proporcional al número de aspirantes que hayan realizado todas las partes de la primera prueba en dichos tribunales y turnos.

Convocatoria de oposiciones de Andalucía, 2023

Si no hay un apartado que rece más o menos así, las plazas las va a dar la oscura comisión de selección. Si es así, desgraciadamente, toca esperar que nuestro tribunal sea más benévolo que los otros. Es triste pero es así.

Hay una plaza para ti

Pero a pesar de todo, hay que mantener el ánimo y el entusiasmo. En las oposiciones podemos tener toda la mala suerte del mundo. Yo mismo la tuve. Haberme presentado tras el mayor proceso de regularización de interinos de la historia (agotando todas las plazas de reposición), coincidir con una grave crisis económica y con la entrada en el euro situó nuestras oposiciones en un contexto histórico muy complicado. Yo mismo, como acabo de contar, sufrí en varias ocasiones el rigor de los tribunales cicateros. Pero persistí. Persistí con fe, con valor, con entusiasmo. Por tierra, por mar y por aire. Y al final, lo conseguí seis años después de mi primera oposición de Lengua. Y puedo decir orgullosamente que fui el número uno de mi tribunal compuesto por trescientos aspirantes de los que se presentaron 240 a las pruebas. Ese es el camino que te animo a recorrer: el de la constancia, el rigor, el trabajo y la fe. Con ese viento y el ánimo alto, una plaza será para ti. Seguro.