Comenzamos hoy nuestra semana de trabajo, como es habitual desde 2015, con la publicación de la solución de nuestro acertijo, ¡Ponte a prueba!, con el que procuramos acompañar y servir de piedra de toque a las nobles personas que preparan con gran esfuerzo y voluntad la prueba de comentario de texto las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura.
Decíamos el viernes que el texto elegido era importante pues la obra ya había aparecido en las oposiciones en varias ocasiones (también en selectividad) y eso quiere decir que tal situación puede volver a repetirse en futuros días D. Afortunadamente nuestros seguidores han mostrado su dominio de la obra. Y así, tanto Natalia de la Iglesia como Eva López Santuy situaban muy acertadamente el fragmento dentro del género de la novela y en la época de la posguerra. Y Mamen Moreno y Sara Piélagos Martín hacían pleno acertando la obra y la autora. ¡Enhorabuena a todas ellas y ojalá que el día D tengan la misma fortuna!
Y es que, efectivamente, se trataba de un fragmento del capítulo 4 de Nada (Premio Nadal, 1945) de Carmen Laforet (1921-2004). Hemos elegido este fragmento por su forma dialogada para añadir un elemento de dificultad al parecerse a una obra dramática. Este tipo de juegos ha aparecido en ocasiones en las oposiciones, por lo que es positivo estar familiarizado con ellos.
Y nada más por hoy. Mañana volveremos con nuestra entrada de fondo.
Saludos y ánimo. ¡A por la plaza!
GLORIA.-Había hambre, tanta suciedad como ahora y un hombre escondido porque le buscaban para matarle: el jefe de Angustias, don Jerónimo; ¿no te han hablado de él? Angustias le había cedido su cama y ella dormía donde tú ahora… A mí me pusieron un colchón en el cuarto de la abuela. Todos me miraban con desconfianza. Don Jerónimo no me quería hablar porque, según él, yo era la querida de Juan y mi presencia le resultaba intolerable…
ABUELA.-Don Jerónimo era un hombre raro; figúrate que quería matar al gato… Ya ves tú, porque el pobre animal es muy viejo y vomitaba por los rincones, decía que no lo podía sufrir. Pero yo, naturalmente, lo defendí contra todos, como hago siempre que alguien está perseguido y triste…
GLORIA.-Yo era igual que aquel gato y mamá me protegió. Una vez me pegué con la criada esa, Antonia, que aún está en la casa…
ABUELA.-Es incomprensible eso de pegarse con un criado… Cuando yo era joven eso no se hubiera podido concebir… Cuando yo era joven teníamos un jardín grande que llegaba hasta el mar… Tu abuelo me dio una vez un beso… Yo no se lo perdoné en muchos años. Yo…
GLORIA.-Yo, cuando llegamos aquí estaba muy asustada. Román me decía: «No tengas miedo». Pero él también había cambiado.
ABUELA.-Cambió en los meses que estuvo en la checa; allí lo martirizaron; cuando volvió casi no le reconocimos. Pero Juan había sido más desgraciado que él, por eso yo comprendo más a Juan. Me necesita más Juan. Y esta niña también me necesita. Si no fuera por mí, ¿dónde estaría su reputación?
GLORIA.-Román había cambiado antes. En el momento mismo que entramos en Barcelona en aquel coche oficial. ¿Tú sabes que Román tenía un cargo importante con los rojos? Pero era un espía, una persona baja y ruin que vendía a los que le favorecieron. Sea por lo que sea, el espionaje es de cobardes…
ABUELA.-¿Cobardes? Niña, en mi casa no hay cobardes… Román es bueno y valiente y exponía su vida por mí, porque yo no quería que estuviera con aquella gente. Cuando era pequeño…