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¿Cómo preparar la exposición oral de las oposiciones de Lengua?

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Joseph Greve en Unsplash

Estamos en la recta final de las oposiciones de Lengua. Ya queda poco tiempo para enfrentarnos a la prueba oral (a la tradicionalmente llamada «encerrona«) y es ahora cuando, lógicamente, nos asaltan dudas e inseguridades. Es una prueba decisiva y, por tanto, es absolutamente normal que afloren los nervios. ¿Cómo preparar esta prueba? 

Mi experiencia en la exposición oral de las oposiciones de Lengua

Yo preparé las oposiciones de Lengua entre 1992 y 1998, año en que saqué la plaza en mi tribunal de Córdoba. Éramos trescientos opositores en el tribunal y en un principio solo había una plaza. Yo fui el número uno. En ese periodo enfrenté la prueba oral una vez en 1993 (Madrid), dos veces en 1994 (Cádiz y Cáceres), una vez en 1996 (Madrid) y dos veces en 1998 (Madrid y Córdoba). En total, en seis ocasiones. Desde entonces, hasta ahora, como preparador de Lengua, he hablado con centenares de personas que han afrontado esta prueba. Lo que explico más abajo proviene de estas experiencias.

Conocer la convocatoria y las plantillas o rúbricas de evaluación de la exposición oral es fundamental

Obviamente, debemos partir del conocimiento de la convocatoria y de los criterios de evaluación e incluso de las rúbricas que la propia Administración haya publicado referentes a la prueba. Estos documentos nos ofrecen las normas que van a guiar esta prueba y los aspectos que va a evaluar el tribunal. Por ello, estos elementos deben guiar la elaboración de nuestro trabajo y de nuestro discurso. No es lo mismo, en este sentido, que la prueba sea la primera de las oposiciones (y por tanto no tengamos referencia de las notas obtenidas por otras personas) o que sea la segunda y ya sepamos que simplemente con un aprobado tenemos muchas posibilidades de obtener la plaza. Esto último ha ocurrido en muchas ocasiones, cuando la prueba inicial ha sido una verdadera criba, como puedes ver en nuestros testimonios. Esto determinará también nuestra estrategia y afectará también a nuestros nervios.

Tener una buena programación y/o unidad didáctica es básico

Lo fundamental al presentar cualquier trabajo ante un auditorio es, lógicamente, que ese trabajo sea bueno. Nuestro producto es nuestra programación y/o unidad didáctica y debemos estar seguros de que es eficaz (esto quiere decir que funcionará en las clases de Lengua de un instituto real) y a la vez es atractiva (los miembros del tribunal tendrán ganas de ponerla en práctica porque creerán que gustará a sus alumnos). La mejor forma de que esto sea así es apoyarnos en nuestra experiencia dando clase o en la ayuda de un preparador de Lengua o alguna persona con experiencia docente que nos apoye de forma incansable. En este sentido, con nuestros cursos tienes la garantía de que esto va a ser así, pues no tenemos otra ocupación que no sea la preparación de oposiciones.

Dominar la programación y la unidad que vamos a exponer 

Es básico también conocer completamente y al detalle el producto que vamos a exponer. Por eso lo mejor es que hayamos hecho la unidad didáctica o programación nosotros mismos. Eso no quiere decir que no nos podamos apoyar en materiales hechos por otras personas. De hecho, nuestro Curso Unidad Didáctica/Situación de Aprendizaje y nuestro Curso de Programación LOMLOE (ambos incluidos tanto en el Curso Oro como en el Curso Total) incluyen lógicamente diferentes modelos, pero mejor trabajo debe ser original y exclusivo, aunque siempre supervisado por nosotros.

Hacernos un archivo con un guión o incluso un discurso redactado de la exposición oral

El ejercicio que vamos a realizar es oral y debe ser ensayado oralmente. Para llegar a la palabra oral tenemos dos vías. Una es redactar el discurso por escrito y luego aprendérselo para verbalizarlo oralmente. De hecho, nuestros cursos facilitan un discurso ya hecho para que cada opositor lo personalice. La segunda forma es hacernos un guión que nos sirva de apoyo para aprender el discurso oral repitiéndolo una y otra vez (también lo tenemos en nuestros cursos). Esta segunda opción creo que es mejor si confiamos en nuestra capacidad de expresión oral, pues le puede dar a nuestro discurso más naturalidad. Pero lo fundamental, elijamos una u otra, es machacar la exposición oral una y otra vez hasta que la dominemos completamente, teniendo bien claro cuánto tiempo vamos a dedicar a cada uno de sus apartados. 

Los nervios son normales en la encerrona y hay que saber gestionarlos

Otro elemento básico son nuestros nervios. Es imposible afrontar esta prueba decisiva sin tener nervios: no seríamos humanos si no los sintiéramos. Por tanto, lo fundamental es saber gestionarlos. De ahí la importancia de la preparación: cuantas más veces hayamos ensayado la exposición oral en soledad y en presencia de otras personas o un preparador de Lengua, más seguridad sentiremos al afrontar la prueba. Nos ayudará también a serenarnos comenzar con algo en lo que sea imposible equivocarnos para que nuestras primeras palabras sean las que vayan allanando el camino de las siguientes y rompiendo el hielo de los nervios. Poco a poco nos iremos sintiendo más seguros.

Tranquilidad y empatía

Lógicamente, debemos enfrentarnos a esta prueba, como a todas las de las oposiciones de Lengua, con la mayor tranquilidad y seguridad posible. Y hay una buena noticia en este sentido. El tribunal no es un enemigo; al revés, es un amigo. El tribunal está compuesto por seres humanos y todos sus miembros han pasado por el mismo trance que vas a pasar tú. Es por ello que lo normal es que todos se muestren empáticos y comprensivos con tus nervios e intenten facilitarte la exposición y ayudarte a dar lo mejor de ti en la medida de sus posibilidades. Eso no quiere decir que no haya personas carentes de empatía, conflictivas o incluso que hagan preguntas con mala intención. Pero son casos aislados. Lo normal es la empatía, la amabilidad y la comprensión

Las reacciones del tribunal

Lo mejor desde luego es que comencemos nuestro discurso y veamos cómo el tribunal toma notas, nos mira atentamente, sonríe y asiente con la cabeza a las diferentes afirmaciones que vayamos realizando. Pero debemos estar preparados para que no se den estas circunstancias y no perder los nervios si ello se produce. Cada persona es diferente de otra y tiene más o menos tendencia a mirar, sonreír y asentir. Que un miembro del tribunal no nos mire, no tome notas, no asienta o no sonría no quiere decir que nos vaya a poner mala nota. Incluso tenemos que estar preparados para que se levante y se vaya en mitad de nuestra exposición. Eso lo viví yo en Cáceres en 1994. Cuando le vi levantarse e irse, decidí seguir con mi ejercicio como si nada hubiera pasado. Luego me enteré de que se pueden levantar hasta dos personas en mitad del ejercicio y no pasa nada: simplemente su nota no cuenta en la calificación.

Determinación, ilusión y fe

La encerrona, además, tiene que ser encarada con ilusión. Llevamos meses preparando este momento. Hemos dedicado muchas horas a pensar qué puede funcionar y qué no, a buscar materiales, a trabajarlos, a personalizarlos, a sacar de ellos el máximo partido. Hemos corregido nuestro producto una y otra vez hasta pulirlo y dejarlo perfecto. Y eso quiere decir que es un producto bonito y noble, que ha salido de nosotros mismos, de nuestro espíritu. Si hemos hecho las cosas bien (y seguro que lo hemos hecho) tenemos una cosa valiosa que ofrecer a los alumnos y al propio tribunal. Y nada ni nadie nos va a distraer de esto. Una primera manera de espantar los nervios es no pensar en lo que sentimos (que son los propios nervios), sino en lo que tenemos que decir. Si esta base está bien puesta, no lo dudes, te va a salir todo fenomenal.

Hay una plaza de Lengua para ti

Hay que afrontar la encerrona como una experiencia vital. Y es que lo es. Pocas veces en nuestra vida vamos a tener la oportunidad de vivir una experiencia como esta. La vida es un camino de aprendizaje y este día vamos a aprender muchas cosas. Puede que sea nuestra primera vez o puede que ya tengamos experiencia. Puede que esta encerrona nos dé la plaza o puede que no. Pero lo que es seguro es que si no nos da la plaza, nos está acercando y mucho a ella, porque de sus experiencias obtendremos enseñanzas valiosísimas sobre nosotros mismos y nuestras reacciones, sobre el proceso de las oposiciones y sobre la propia vida que nos serán muy útiles en futuras ocasiones. Vamos a ir a por la plaza, claro que sí, pero vamos a vivirlo como una experiencia vital enriquecedora con la seguridad de que al final, si persistimos, una plaza será para nosotros. La encerrona que vas a realizar en las próximas semanas va a ser un paso decisivo. ¡A por ella!