Volvemos en Opolengua a nuestro concurso para preparar la prueba de comentario de las oposiciones de Lengua y literatura tras el puente del Pilar con un texto por el que yo siento especial cariño, pues fue una de las lecturas obligatorias que yo hice en el colegio cuando cursaba 7º de EGB. ¡Que tiempos aquellos! Hoy resultaría un tanto extraño que un alumno de 1º de ESO lea este texto, porque corren los vientos de la mal llamada literatura juvenil (en verdad no existe sino la buena y la mala literatura).
En todo caso se trata como siempre de situar este texto en su época, indicando movimiento, obra y autor. Y dentro de la obra, la situación del fragmento en la misma.
Como siempre, las respuestas se recogen en nuestra página de Facebook y el resultado del concurso se publicará el lunes.
El carïado, lívido esqueleto,
los fríos, largos y asquerosos brazos,
le enreda en tanto en apretados lazos,
y ávido le acaricia en su ansiedad;
y con su boca cavernosa busca
la boca a Montemar, y a su mejilla
la árida, descarnada y amarilla
junta y refriega repugnante faz.
Y él, envuelto en sus secas coyunturas,
aun más sus nudos que se aprietan siente,
baña un mar de sudor su ardida frente,
y crece en su impotencia su furor.
Pugna con ansia a desasirse en vano,
y cuanto más airado forcejea,
tanto más se le junta y le desea
el rudo espectro que le inspira horror.
Y en furioso, veloz remolino,
Y en aérea fantástica danza,
que la mente del hombre no alcanza
en su rápido curso a seguir,
los espectros su ronda empezaron,
cual en círculos raudos el viento
remolinos de polvo violento
y hojas secas agita sin fin.
y elevando sus áridas manos,
resonando cual lúgubre eco,
levantóse en su cóncavo hueco
semejante a un aullido una voz
pavorosa, monótona, informe,
que pronuncia sin lengua su boca,
cual la voz que del áspera roca
en los senos el viento formó.
«Cantemos, dijeron sus gritos,
la gloria, el amor de la esposa,
que enlaza en sus brazos dichosa
por siempre al esposo que amó;
su boca a su boca se junte,
y selle su eterna delicia,
süave, amorosa caricia
y lánguido beso de amor.
Y en mútuos abrazos unidos,
y en blando y eterno reposo,
la esposa enlazada al esposo,
por siempre descansen en paz;
y en fúnebre luz ilumine
sus bodas fatídica tea,
les brinde deleites, y sea
la tumba su lecho nupcial.»