Tal y como indicábamos el viernes pasado en nuestro concurso de opolengua.com para la prueba de comentario en las oposiciones de Lengua castellana y literatura, el texto era para mí una incógnita. Y eso porque la novela de la que estaba extraído tuvo mucha influencia al poo de su publicación. Obra intimista, ofrecía un retrato melancólico de esa España rural cuyos pueblos se van despoblando paulatinamente. Podríamos clasificarla dentro de la novela lírica por la fuerte voluntad de estilo de su autor.
Se trataba el fragmento del final de La lluvia amarilla (1988) de Julio Llamazares (1955) que tras este éxito fue viendo como su figura perdía protagonismo en las primeras planas lo que ha llevado a que para nuestros concursantes haya resultado difícil acertar el texto.
Como decíamos también el viernes, esta haría que esta obra hoy fuera difícil que apareciera en otras comunidades, pero en Castilla-León, comunidad natal del autor que fue galardonado en 2015 con su premio literario máximo (aunque él lo rechazara) no sería sorprendente por la poderosa influencia que alcanzó en su día.
Es conveniente recordar que si podemos, es conveniente situar el texto dentro de la obra, pues eso nos permitirá singularizarnos y destacar delante del tribunal mostrando mayor conocimiento que nuestros competidores.
Y finalizamos la entrada indicando que en nuestra página de Facebook han respondido acertadamente dos personas: Fátima Lastra y Jesus FS. ¡Enhorabuena para ellas!
Nada más. Recordad que el próximo viernes haremos la última entrega de nuestro concurso de este año. ¡Saludos y ánimo para encarar una nueva semana de estudio!
Ellos quizás se queden todavía algunas horas en Ainielle, recorriendo las casas en busca de herramientas y algún mueble o alguna cama que aún pudieran servir para las suyas. La soledad del pueblo y al saber que yo estoy ya abajo en la tierra sin duda les habrá tranquilizado. Quizás, incluso, esperen acabar de registrar todas las casas antes de regresar. Pero, al caer la tarde, cuando el viento empiece ya a batir un día más las ventanas y las puertas de las por las calles, recogerán sus cosas y emprenderán la vuelta hacia Berbusa.
Así, cuando lleguen al alto de Sobrepuerto, seguramente habrá empezado otra vez a anochecer. Sombras espesas avanzarán como olas por las montañas y el sol, turbio y desecho, lleno de sangre, se arrastrará ante ellas agarrándose ya sin fuerzas, a las aliagas y Y al montón de ruinas y escombros de lo que, en tiempos, fuera (antes de aquel incendio que sorprendió durmiendo a la familia entera y a todos sus animales) la solitaria casa de Sobrepuerto. El que encabece el grupo se detendrá su lado. Contemplará las ruinas, la soledad inmensa y tenebrosa del paraje. Se santiguará en silencio Y esperará a que los demás le alcance. Y, cuando todos estén juntos, junto a las viejas tapias del caserío quemado, se volverán al tiempo para ver como la noche se apodera un día más de las casas y los árboles de Ainielle,mientras alguno de ellos se santiguará de nuevo murmurando en voz baja:
-La noche queda para quien es.