¡Ponte a prueba! 14/2018 Oposiciones de Lengua y literatura

¡Ponte a prueba! 14/2018 Oposiciones de Lengua y literatura

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El texto que traemos hoy a nuestro acertijo de fin de semana para probar  nuestra capacidad de situar un texto como si fuera el comentario del día D de las oposiciones de Lengua castellana y literatura va a resultar difícil. Aunque se trata de una importante novela, no es muy conocida (yo diría que es la típica novela y autor de culto) por lo que yo creo que si cayera en las oposiciones bastaría con acertar el movimiento y la época literaria a la que la obra pertenece. Lo he elegido a propósito para que veamos que no es necesario saber el autor y la obra para hacer un buen papel el día D.

En este sentido contaré una anécdota que me pasó a mí en 1996. En Madrid cayó un texto de Cansinos Assens (un escritor menos conocido que otros de su tiempo) y una obra realmente singular cuyo nombre no recuerdo. El caso es que yo no acerté el autor ni la obra porque no la sabía. Pero nadie debió de acertarla tampoco porque yo fui una de las  notas más alta de comentario en aquel tribunal. Es más, tuve esa nota equivocando la fecha, porque sí señalé acertadamente que era un texto de un movimiento experimental y vanguardista, pero dije que «probablemente era de los años sesenta» y era experimental, sí, pero de los años veinte. Esto, por tanto, ilustrará lo que acabo de decir. Así que en un texto difícil como este, acertar movimiento y época de forma razonada pueden ser más que suficiente para destacar en las oposiciones.

Y nada más, os dejo con el texto, recordando que para participar, debéis poner las soluciones en nuestra página de Facebook y que la solución se dará el lunes.

Allí desde el púlpito, Seaman habló de su vida. Lo preesntó el reverendo Ronald K. Foster, aunque por la manera de hacerlo se notaba que Seaman ya había estado allí antes. Voy a tratar cinco temas, dijo Seaman, ni uno más ni uno menos. El primer tema es PELIGRO. El segundo, DINERO. El tercero, COMIDA. El cuarto, ESTRELLAS. El quinto y último, UTILIDAD. La gente sonrió y algunos movieron la cabeza en señal de aprobación, como si le dijeran al conferenciante que estaban de acuerdo, que no tenían nada mejor que hacer que escucharlo. En una esquina vio a cinco chicos, ninguno mayor de veinte años, vestidos con chaquetas negras y boinas negras y lentes negros que miraban a Seaman con expresión estólida y que lo mismo estaban allí para aplaudirle que para insultarle. En el escenario el viejo se movía con la espalda encorvada de un lado a otro, como si de pronto hubiera olvidado su discurso. De improviso, a una orden del pastor, el coro cantó un góspel. La letra de la canción hablaba de Moisés y del cautiverio del pueblo de Israel en Egipto. El mismo pastor los acompañaba al piano. Entonces Seaman volvió al centro y levantó una mano (tenía los ojos cerrados) y a los pocos segundos cesaron las notas del coro y la iglesia quedó en silencio.

PELIGRO. Contra lo que todos (o buena parte de los feligreses) esperaban, Seaman empezó hablando de su infancia en California. Dijo para los que no conocen California, ésta a lo que más se parecía era a una isla encantada. Tal cual. Es igual que en las películas, pero mejor. La gente vive en casas sola planta y no en edificios, dijo, y acto seguido se extendió en una comparación entre casas de una sola planta o a lo sumo de dos y edificios de cuatro o cinco plantas en donde el ascensor un día está estropeado y otro día fuera de servicio. En lo único en que los edificios no salían desfavorablemente parados era en las distancias. Un barrio de edificios acorta las distancias, dijo. Todo queda más cerca. Puedes ir caminando a comprar la comida o puedes caminar hasta el bar más próximo (aquí le guiñó un ojo al reverendo Foster), o hasta la iglesia de tu congregación más próxima, o hasta un museo. Es decir, no tienes que coger un coche. Ni siquiera tienes necesidad de tener coche. Y aquí se extendió con una serie de estadísticas sobre accidentes automovilísticos mortales en un condado de Detroit y en un condado de Los Ángeles. Y eso que es en Detroit donde se fabrican, y no en Los Ángeles.