Encaramos las últimas semanas de preparación para las oposiciones de Lengua castellana y literatura. A estas alturas el cansancio acumulado, las presiones del curso y la ansiedad ante la prueba que se avecina pueden jugarnos una mala pasada. Lo mejor es aplicar con inteligencia nuestras energías, dividiendo nuestros esfuerzos en todas las facetas y sin abandonar ninguna.
Y es por ello interesante ver si acertamos con textos que han aparecido realmente en las oposiciones, como el que en esta ocasión nos ocupaba. Se trataba de un texto muy difícil que salió en las oposiciones de Cantabria en 2015. A pesar de la dificultad, han acertado cuatro opositoras en diferente grado, tal y como veremos ahora. Por un lado, estarían las personas que han acertado el movimiento y la época a la que el texto pertenecía como Carmen Gálvez y Pablo Montsan, lo cual estaría muy bien pues les daría una ventaja cierta sobre otras personas. Y por el otro estarían Fátima Lastra y Cristina Suárez Rodríguez, que aciertan texto y autor, lo que en este caso sería una ventaja decisiva, habida cuenta de la dificultad del texto. ¡Enhorabuena!
Efectivamente, el texto elegido correspondía a la obra Ocnos (1942), de Luis Cernuda (1902-1963). en concreto se trataba del poema “Pantera”, que como podemos apreciar recupera elementos modernistas como el tratamiento del animal salvaje y el poema en prosa y los trata con originalidad y fuerza poética. Un texto exigente, que supuso una importante criba en las oposiciones de aquel año. Este es el motivo por el que no podemos cejar en nuestra preparación de esta prueba. Leer con enorme atención y comentar con mucho cuidado son las claves para mejorar.
Su esbelta negrura aterciopelada, que semeja no tener otro peso sino el suficiente para oponerse al aire con resistencia autónoma, va y viene monótonamente tras de los hierros, ante quienes seducidos por tal hermosura maléfica allá se detienen a contemplarla. La fuerza material se utiliza ahí en gracia dominadora, y la voluntad construye, como en el bailarín, un equilibrio corporal perfecto, ordenando cada músculo exacto y aladamente, según la pauta matemática y musical que informa sus movimientos.
No, ni basalto, ni granito podrían figurarla, y sí sólo un pedazo de noche. Aérea y ligera lo mismo que la noche, vasta y tenebrosa lo mismo que el todo de donde algún cataclismo la precipitó sobre la tierra, esa negrura está iluminada por la luz glauca de los ojos, a los que asoma a veces el afán de rasgar y de triturar, idea única entre la masa mental de su aburrimiento. ¿Qué poeta o qué demonio odió tanto y tan bien la vulgaridad humana circundante?
Y cuando aquel relámpago se apaga, atenta entonces a otra realidad que los sentidos no vislumbran, su mirada queda indiferente ante la exterior fantasmagoría ofensiva. Aherrojada así, su potencia destructora se refugia más allá de la apariencia, y esa apariencia que sus ojos no ven, o no quieren ver, inmediata aunque inaccesible a la zarpa, el pensamiento animal la destruye ahora sin sangre, mejor y más enteramente.