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Tres semanas para las oposiciones. ¡Que no cunda el pánico!

Este parece el título de una película de risa y sería divertido si no fuera cierto. Durante esta semana han sido varias las opositoras que me han escrito comunicándose sus angustias y temores, casi todos ellos referidos al contenido de la prueba de comentario y a la programación.

Una persona ha escuchado de otra que tiene un preparador, otra persona le ha oído decir a uno que tiene un amigo que fue a un curso de un sindicado, otra ya ni siquiera sabe de dónde ha salido la información, pero tiene miedo de que si pone las unidades apaisadas o no incluye todas las actividades, puedan eliminarla del proceso. ¿Te suena alguna de estas historias? A mí sí, porque se cuentan todos los años. Las podríamos llamar las “leyendas de la oposición”.  Y existen desde que yo estoy en este mundillo, desde 1992.

¿Por qué surgen estos rumores?

Yo siempre digo que las dos cosas más contagiosas que hay en la vida son el entusiasmo y el miedo. El entusiasmo es una fuerza positiva, multiplicadora, capaz de insuflar nuestro ánimo de optimismo y fuerza. El miedo, por el contrario, es el hijo de la inseguridad y el padre del terror. De la madre inseguridad se llega al miedo, que si no se controla acaba desembocando en el terror.

Esta es la razón de los rumores en las oposiciones. Hay una inseguridad en alguna faceta y entonces las personas pasan de la duda al miedo de que esa inseguridad o desconocimiento se convierta en una realidad en pleno proceso de oposiciones, cuando ya nada podrá evitar el desastre y de ahí, pasan a asumir que el desastre está asegurado, alcanzándose entonces la alarma roja: el pánico total.

¿Por qué actuamos así si es una emoción que puede ser tan destructiva?

Es humano. La persona que siente temor quiere ser calmado. Ya sea un opositor a tres semanas del día D, un marinero en mitad de un temporal o un soldado en mitad de la batalla, puede sentir temor y necesitar de alguien que le ampare y la ayude a ver la realidad desde otro punto de vista. Necesita de alguien que le dé seguridad. Y por eso comunica sus dudas. Lo malo es que en ocasiones quien le escucha no le puede calmar y, por el contrario, contribuye con nuevas dudas a acrecentar la hoguera del miedo hasta alcanzar el incendio del pánico. Por eso en las guerras o en las catástrofes los rumores corren con tanta velocidad. La persona en pánico reacciona transmitiendo ese pánico a los demás, con lo que además recibe el extraño placer de compartir su dolor con otros y sentirse más aliviado. ¡Contagiamos nuestro miedo y nos sentimos mejor!

Ocurre con las personas que tienen miedo a volar, por ejemplo. Oyen ruidos o sienten vibraciones y necesitan que alguien les explique por qué se producen esos “extraños” acontecimientos. Transmiten su temor y si no hay nadie a bordo que calme a esta persona, el miedo se apodera de todo el pasaje.

¿Hay razones para la inseguridad en las oposiciones?

 

Desde luego que las hay. Hemos dicho que hay dos terrenos de inseguridad y ambos tienen una causa real y eficiente.

Por un lado, la indefensión ante la prueba del comentario. Es realmente increíble que los opositores no conozcan en ninguna oposición con qué criterios van a ser evaluados. Todo el mundo sabe que hay plantillas que elaboran las administraciones. Todo el mundo sabe que hay personas que las han visto. ¿Tan difícil es hacer esos criterios públicos y permitir que los opositores se preparen mejor? ¿Acaso no es esa la mejor forma de seleccionar a los mejores en vez de dejar que la suerte pueda jugar en contra de ellos? Un futuro buen profesor puede ser una persona inexperta, insegura por tanto, que si se equivoca en su primer contacto con las oposiciones, puede abandonar la pelea, perdiendo la sociedad española la posibilidad de contar con un magnífico docente. ¿Eso es lo que queremos? ¿Por qué no decir cómo será exactamente el examen práctico y con qué criterios se corregirá?

Y, por otro lado, la infumable parte B, exigencia del sindicalismo. La cambiante legislación y la terminología siempre novedosa, que no entienden ni los propios inspectores, convierten la programación en un terreno resbaladizo. Es la consecuencia de casi treinta años de seguir el dictado de unas personas mediocres, los pedagogos, que además de empeorar el sistema educativo, solo han conseguido crear una jerga que convierte la educación en un idioma nuevo e incomprensible para los propios profesores. Increíble si no lo sufriéramos día a día.

La solución: el sentido común y la experiencia.

Pero no hay que hundirse ni dejarse acobardar. Todos hemos pasado por esto y el opositor, por norma general, va a contar en el tribunal, justamente, a sus mejores aliados. Es cierto que en este gremio hay desequilibrados mentales y hasta malvados, pero son la minoría. La mayor parte de las personas comparten los juicios que acabo de plasmar aquí y van a actuar siempre con benevolencia. Esa es la verdad. Yo he visto las plantillas de corrección de algunas comunidades y de verdad os digo que es imposible de todo punto que nadie en un comentario señale todos los rasgos que salen ahí. Imposible.

Los miembros de los tribunales actúan, como siempre decimos, guiados por el sentido común. Y, por ello, si nosotros nos dejamos guiar por ese mismo sentido, si lo ponemos como nuestro norte, alcanzaremos puerto. Como yo he dicho tantas veces, yo no soy más que una persona muy trabajadora, muy decidida y con mucho sentido común. Y me ha ido bien en las oposiciones (como opositor y preparador), porque he actuado con el sentido común por bandera.

Por ello, observemos siempre que un texto es siempre, al fin y al cabo, explicar su contenido y su forma. Si nosotros hacemos eso bien y seguimos la técnica del comentario bien aprendida, no hay nada que temer. Para ello, nada como formarse y prepararse ante diferentes eventualidades y tipos de comentario. Eso siempre reducirá el temor y la ansiedad.

Y en la programación, lo realmente importante, lo fundamental, no es si algo se llama “indicador de logro” o “valoración de lo aprendido”, sino si las actividades que vamos a desarrollar son buenas y eficaces. Si eso es así, podemos incluso cometer algunos errores, pero eso no es lo fundamental. Sigamos las bases y actuemos con sentido común de acuerdo con ellas y todo irá bien. Cerciorémonos de que nuestras propuestas son creíbles y motivadoras para el tribunal y todo nos irá bien.

Como decía en un principio, ante los temores, conocimiento, experiencia y seguridad. Espero que estas líneas ayuden a alguna persona e impidan que caiga en el círculo vicioso del pánico. De ello dependa que alcance, como todos deseamos, el puerto final de su merecida plaza.