Ponte a prueba! 35/2018 (Solución) Oposiciones de Lengua Castellana y literatura

Ponte a prueba! 35/2018 (Solución) Oposiciones de Lengua Castellana y literatura

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Este es el último lunes en el que publicamos nuestro “¡Ponte a prueba!” de este curso como forma de “reconocer” obras ya leídas o adscribir razonadamente fragmentos a movimientos, épocas y autores, como forma de preparar las oposiciones de Lengua castellana y literatura. Son ya tres años haciendo este acertijo y acompañando a los opositores semana a semana y prometemos volver, claro que sí, en septiembre, cuando un nuevo ciclo se abra para miles de personas que dirigirán su vista hacia 2019 y 2020. Mientras tanto de lo que se trata es de apretar los dientes y hacer el último esfuerzo, porque el día D está ya muy cerca.

Este fin de semana proponíamos un fragmento de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, la novela más importante de la historia de la literatura. Más en concreto se trataba de un fragmento del capítulo XXV de la Segunda parte (1616), cuando los duques, (y ahí estaba la dura crítica social de la que hablábamos el otro día). Como dice en otro apartado de la obra: “Nadie es más que nadie sino hace más que nadie”.

Hay varios acertantes que, por tanto, pueden estar muy contentos. Así pues hay que dar la enhorabuena a  Sara Piélagos Martín, María Cuenca Sánchez y Mercedes Mateos por acertar el episodio del que se trataba y a Pablo Montsan, que lo situó en la Segunda parte.

Os dejamos otra vez con este texto y os mandamos los deseos más sinceros y fervientes para que la dichosa suerte os acompañe este fin de semana. ¡Feliz oposición 2018!

A ti digo ¡oh varón, como se debe
por jamás alabado!, a ti, valiente
juntamente y discreto don Quijote,
de la Mancha esplendor, de España estrella,
que para recobrar su estado primo
la sin par Dulcinea del Toboso,
es menester que Sancho, tu escudero,
se dé tres mil azotes y trecientos
en ambas sus valientes posaderas,
al aire descubiertas, y de modo
que le escuezan, le amarguen y le enfaden.
Y en esto se resuelven todos cuantos
de su desgracia han sido los autores,
y a esto es mi venida, mis señores.
 
-¡Voto a tal! -dijo a esta sazón Sancho-. No digo yo tres mil azotes, pero así me daré yo tres como tres puñaladas. ¡Válate el diablo por modo de desencantar! ¡Yo no sé qué tienen que ver mis posas con los encantos! ¡Par Dios que si el señor Merlín no ha hallado otra manera como desencantar a la señora Dulcinea del Toboso, encantada se podrá ir a la sepultura!
 
-Tomaros he yo -dijo don Quijote-, don villano, harto de ajos, y amarraros he a un árbol, desnudo como vuestra madre os parió; y no digo yo tres mil y trecientos, sino seis mil y seiscientos azotes os daré, tan bien pegados que no se os caigan a tres mil y trecientos tirones. Y no me repliquéis palabra, que os arrancaré el alma.
 
Oyendo lo cual Merlín, dijo:
 
-No ha de ser así, porque los azotes que ha de recebir el buen Sancho han de ser por su voluntad, y no por fuerza, y en el tiempo que él quisiere; que no se le pone término señalado; pero permítesele que si él quisiere redemir su vejación por la mitad de este vapulamiento, puede dejar que se los dé ajena mano, aunque sea algo pesada.
 
-Ni ajena, ni propia, ni pesada, ni por pesar -replicó Sancho-: a mí no me ha de tocar alguna mano. ¿Parí yo, por ventura, a la señora Dulcinea del Toboso, para que paguen mis posas lo que pecaron sus ojos? El señor mi amo sí, que es parte suya, pues la llama a cada paso mi vida, mi alma, sustento y arrimo suyo, se puede y debe azotar por ella y hacer todas las diligencias necesarias para su desencanto; pero, ¿azotarme yo…? ¡Abernuncio!