¡Ponte a prueba! 1/2019 (Solución) Oposiciones de Lengua castellana y literatura

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Llega el lunes y volvemos a la carga con el estudio de las oposiciones de 2019 y 2020, fechas en las que se producirán las próximas convocatorias.

Este fin de semana ha habido solamente una acertante del texto que planteábamos el viernes, lo que da una muestra de la dificultad que el fragmento comportaba. Como decíamos, este fue el texto que planteó una comunidad autónoma en las oposiciones de 2018, lo que explica la criba que se produjo en este ejercicio. No nos cansaremos de repetir que es esta prueba del comentario la que establece mayores diferencias entre los opositores pues es la más exigente y difícil de preparar ya que prueba muchísimas destrezas del aspirante.

Y por ello hay que dar la más cálida enhorabuena a Maica Maiqueta, pues ha acertado la obra y la autora, ya que efectivamente se trataba del cuento «La niña fea» de la colección de cuentos Los niños tontos (1956) de la autora Ana María Matute (1925-2014), inscrita en la corriente realista de la narrativa de los años cincuenta del siglo pasado.

Os dejamos con el fragmento elegido, no sin recordaros que el próximo viernes publicaremos la siguiente entrada de nuestro acertijo de fin de semana.

Saludos y ánimo.

La niña tenía la cara oscura y los ojos como endrinas. La niña llevaba el cabello partido en dos mechones, trenzados a cada lado de la cara. Todos los días iba a la escuela, con su cuaderno lleno de letras y la manzana brillante de la merienda. Pero las niñas de la escuela le decían: «Niña fea»; y no le daban la mano, ni se querían poner a su lado, ni en la rueda ni en la comba: «Tú vete, niña fea». La niña fea se comía su manzana, mirándolas desde lejos, desde las acacias, junto a los rosales silvestres, las abejas de oro, las hormigas malignas y la tierra caliente de sol. Allí nadie le decía: «Vete». Un día, la tierra le dijo: «Tú tienes mi color». A la niña le pusieron flores de espino en la cabeza, flores de trapo y de papel rizado en la boca, cintas azules y moradas en las muñecas. Era muy tarde, y todos dijeron: «Qué bonita es». Pero ella se fue a su color caliente, al aroma escondido, al dulce escondite donde se juega con las sombras alargadas de los árboles, flores no nacidas y semillas de girasol.