¡Ponte a prueba! 3/2019 (Solución) Oposiciones de Lengua castellana y literatura

¡Ponte a prueba! 3/2019 (Solución) Oposiciones de Lengua castellana y literatura

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Ya es lunes y aquí estamos como cada lunes desde hace cuatro años con la solución a nuestro acertijo semanal. En esta ocasión se trataba efectivamente de una obra conocidísima y que ha sido empleada en varias ocasiones por los tribunales en el ejercicio de comentario.

y sabiendo que el 7 de octubre era el aniversario de la batalla de Lepanto, en la que Cervantes perdió la movilidad del brazo izquierdo, qué mejor homenaje que hacer a nuestro soldado más insigne. Y así seleccionamos «El licenciado Vidriera», perteneciente a sus Novelas ejemplares (1613) en cuyo prólogo podemos leer las siguientes palabras: «Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlo Quinto, de felice memoria.

También en nuestro blog La Hispaniola, dedicado a la enseñanza de la lengua y la literatura española en secundaria, hemos homenajeado a Cervantes como se merece con esta ocasión.

Y por acertar la obra y el autor, damos la enhorabuena a Rubén Castaño, Fátima Lastra, Rafael Campos Morales y Henar PC, que de seguro tendrían una ventaja cierta sobre sus competidores en las oposiciones si hubiera caído este texto, que ahora reproducimos de nuevo.

Y nada más por hoy. Feliz semana de estudio. Saludos y ánimo.

Seis meses estuvo en la cama Tomás, en los cuales se secó y se puso, como suele decirse, en los huesos, y mostraba tener turbados todos los sentidos. Y, aunque le hicieron los remedios posibles, sólo le sanaron la enfermedad del cuerpo, pero no de lo del entendimiento, porque quedó sano, y loco de la más estraña locura que entre las locuras hasta entonces se había visto. Imaginóse el desdichado que era todo hecho de vidrio, y con esta imaginación, cuando alguno se llegaba a él, daba terribles voces pidiendo y suplicando con palabras y razones concertadas que no se le acercasen, porque le quebrarían; que real y verdaderamente él no era como los otros hombres: que todo era de vidrio de pies a cabeza.

Para sacarle desta estraña imaginación, muchos, sin atender a sus voces y rogativas, arremetieron a él y le abrazaron, diciéndole que advirtiese y mirase cómo no se quebraba. Pero lo que se granjeaba en esto era que el pobre se echaba en el suelo dando mil gritos, y luego le tomaba un desmayo del cual no volvía en sí en cuatro horas; y cuando volvía, era renovando las plegarias y rogativas de que otra vez no le llegasen. Decía que le hablasen desde lejos y le preguntasen lo que quisiesen, porque a todo les respondería con más entendimiento, por ser hombre de vidrio y no de carne: que el vidrio, por ser de materia sutil y delicada, obraba por ella el alma con más promptitud y eficacia que no por la del cuerpo, pesada y terrestre.

Quisieron algunos experimentar si era verdad lo que decía; y así, le preguntaron muchas y difíciles cosas, a las cuales respondió espontáneamente con grandísima agudeza de ingenio: cosa que causó admiración a los más letrados de la Universidad y a los profesores de la medicina y filosofía, viendo que en un sujeto donde se contenía tan extraordinaria locura como era el pensar que fuese de vidrio, se encerrase tan grande entendimiento que respondiese a toda pregunta con propiedad y agudeza.