¡Ponte a prueba! 8/2019 Oposiciones de Lengua castellana y literatura

¡Ponte a prueba! 8/2019 Oposiciones de Lengua castellana y literatura

Por fin ya es viernes, y por tanto es el día en que publicamos nuestro  acertijo de fin de semana para que las personas que preparan las oposiciones de Lengua castellana y literatura tengan oportunidad de un ligero pasatiempo que les sirva como test al presentarles un texto que deben reconocer y situar dentro de su obra, época, movimiento, género y autor.

Hoy, siguiendo la estela del Ministerio de Educación, que anuncia algunas medidas en la LOMCE, traemos un fragmento de una obra en el que justamente se trata de la escuela. Es además una obra de lectura muy divertida y que, además, ya ha aparecido en las oposiciones de Lengua castellana y literatura.

Ya sabéis que se puede participar en la página de Opolengua en Facebookhasta el domingo por la noche.  Como siempre, el lunes por la tarde publicaremos la solución y los nombres de las personas que hayan acertado. Feliz fin de semana.

A otro día, ya estaba comprada la cartilla y hablado el maestro. Fui, señora, a la escuela; recibióme muy alegre, diciendo que tenía cara de hombre agudo y de buen entendimiento. Yo, con esto, por no desmentirle, di muy bien la lición aquella mañana. Sentábame el maestro junto a sí, ganaba la palmatoria los más días por venir antes, y íbame el postrero por hacer algunos recados a la Señora (que así llamábamos la mujer del maestro). Teníalos a todos con semejantes caricias obligados; favorecíanme demasiado, y con esto creció la envidia en los demás niños. LLegábame, de todos, a los hijos de caballeros y personas principales, y particularmente a un hijo de don Alonso Coronel de Zúñiga, con el cual juntaba meriendas. Íbame a su casa a jugar los días de fiesta, y acompañábale cada día. Los otros, o que porque no les hablaba o que porque les parecía demasiado punto el mío, siempre andaban poniéndome nombres tocantes al oficio de mi padre. Unos me llamaban don Navaja, otros don Ventosa; cuál decía, por disculpar la invidia, que me quería mal porque mi madre le había chupado dos hermanitas pequeñas, de noche; otro decía que a mi padre le habían llevado a su casa para que la limpiase de ratones (por llamarle gato). Unos me decían «zape» cuando pasaba, y otros «miz».