Como cada lunes, traemos hoy la solución al acertijo que propusimos el viernes pasado para preparar la prueba práctica de las oposiciones de Lengua castellana y literatura. Se trata de suponer que el texto caería en esa prueba y que, por tanto, su reconocimiento nos serviría para realizar de forma más precisa y correcta el comentario.
Esta es la primera vez desde que empezamos el acertijo hace cuatro años en que una prueba queda desierta. Nadie la ha acertado. Yo, por el contrario, pensé que era relativamente fácil pues la obra, que analizaba el Madrid republicano durante la guerra y el inicio de la posguerra, tuvo un éxito resonante en su estreno en 1982, hasta el punto de que fue llevada al cine, también con gran éxito. Además, en años posteriores, la obra fue muy leída en los institutos por “prescripción” docente.
Se trataba del “Epílogo” o cuadro final de Las bicicletas son para el verano (Premio Lope de Vega, 1977) de Fernando Fernán Gómez (1921-2007), en el que el ya adolescente Luis recuerda con su padre la primera escena en la que jugaba con su amigo a la guerra sin sospechar siquiera en su todavía inocencia infantil de que estaba a punto de iniciarse una guerra civil en España. Es una muestra de ese teatro costumbrista, con tintes sentimentales y cierta propensión al humor, que estuvo en boga en los años ochenta y que nos dejó otras muestras como Ay, Carmela de Sanchis Sinisterra o Bajarse al morode Alonso de Santos.
Y nada más por hoy. Os deseamos una feliz semana de estudio y os emplazamos a nuestras dos citas semanales: el miércoles con nuestro artículo de fondo y el viernes con una nueva entrega de nuestro acertijo.
Saludos y ánimo.
Campo muy cerca casi dentro de la ciudad. La luz de un sol pálido, tamizada por algunas nubes, envuelve las zonas arboladas y los edificios destruidos. Se oye el canto de los pájaros y los motores y las bocinas de los escasos coches que van hacia las afueras.
(Por entre las trincheras y los nidos de ametralladoras pasean Luis y su padre.)
Don Luis.- Aquello era el hospital clínico. Fíjate cómo ha quedado.
Luis.- Esto es una trinchera,¿no?
Don Luis.- Claro. Te advierto que quizá sea peligroso pasear por aquí. Toda esta zona estaba minada.
Luis.- Pero ya lo han limpiado todo. Lo he leído en el periódico. ¿Sabes, papá? Parece imposible… antes de la guerra, un día, paseamos por aquí Pablo yo… hablábamos de no sé qué novelas y películas… De guerra. ¿Sabes? Y nos pusimos a imaginar aquí una batalla… jugando, ¿comprendes?
Don Luis.- Sí, sí…
Luis. Y los dos estábamos de acuerdo en que aquí no podía haber una guerra. Porque esto, la Ciudad Universitaria, no podía ser un campo de batalla… y a los pocos días, fíjate.
Don Luis.- Sí, se ve que todo puede ocurrir… Oye, Luis, yo quería decirte una cosa… es posible que me detengan…
Luis.- ¿Por qué, papá?
Don Luis.- Pues… no sé… pero están deteniendo a muchos… Y como yo fundé el sindicato… Y nos incautamos de las bodegas…
Luis. Pero ¿eso qué tiene que ver? Era para asegurar el abastecimiento a la población civil… Era un asunto de trabajo, no de política. Y aunque lo fuera: el Caudillo ha dicho que los que no tengan las manos manchadas de sangre…
Don Luis.- Ya, ya… Si a lo mejor no pasa nada… pero están deteniendo a muchos, ya te digo, por cosas como esa… Yo lo que quería decirte, precisamente, es que no te asustarás… Creo que hacen una depuración o algo así…
Luis.- ¿Y eso qué es?
Don Luis.- Pues… todavía no se sabe bien… llevan a la gente a campos de concentración.
Luis.- ¿Como los de las últimas quintas?
Don Luis.- Sí, algo así. Pero por estas cosas supongo que, al fin, acabarán soltándonos…