Esta semana finaliza enero y ya estamos a menos de veinte semanas de las oposiciones de Lengua y literatura de la Comunidad Valenciana. Es tiempo de ir acumulando más temas, ir rematando la programación y afinando la prueba del comentario. Para las personas que se presentarán en 2020, no hay tampoco que perder tiempo, pues el opositor que no estudia le está dando a sus competidores una ventaja que puede ser preciosa. Este acertijo intenta ayudar a todos los opositores a recordar constantemente la importancia de la preparación y del comentario con una prueba que pretender ser agil y sencilla: reconocer un texto.
Y esta semana ya decíamos que era importante, fundamental, decisivo. Es uno de esos textos que si no reconocemos podemos tener un problema, pues es una obra básica en la historia de nuestra literatura y más concretamente en el tema 64, sobre la novela anterior a la guerra civil. Se trataba, efectivamente, del famoso fragmento de Niebla(1907) de Miguel de Unamuno (1864-1936) en el que Augusto Pérez va a visitar a su creador, Unamuno, y se rebela ante él.
Y como no podía ser de otra manera, nuestras concursantes han dado el do de pecho y así tenemos cinco acertantes que han hecho pleno: Sara Piélagos Martín, Mariela Quero Reina, Maica Maiqueta, Rocío Domínguez y Mercedes Mateos. ¡Enhorabuena a todas!
Y nada más por hoy. El miércoles volveremos con un artículo sobre las posibilidades de que se cambie el temario en 2020 y el viernes con otra entrega de nuestro acertijo. ¡Ponte a prueba!
¡Feliz semana de estudio!
––Sí, conozco esa cantata.
––En efecto; un novelista, un dramaturgo, no pueden hacer en absoluto lo que se les antoje de un personaje que creen; un ente de ficción novelesca no puede hacer, en buena ley de arte, lo que ningún lector esperaría que hiciese…
––Un ser novelesco tal vez…
––¿Entonces?
––Pero un ser nivolesco…
––Dejemos esas bufonadas que me ofenden y me hieren en lo más vivo. Yo, sea por mí mismo, según creo, sea porque usted me lo ha dado, según supone usted, tengo mi carácter, mi modo de ser, mi lógica interior, y esta lógica me pide que me suicide…
––¡Eso te creerás tú, pero te equivocas!
––A ver, ¿por qué me equivoco?, ¿en qué me equivoco? Muéstreme usted en qué está mi equivocación. Como la ciencia más difícil que hay es la de conocerse uno a sí mismo, fácil es que esté yo equivocado y que no sea el suicidio la solución más lógica de mis desventuras, pero demuéstremelo usted. Porque si es difícil, amigo don Miguel, ese conocimiento propio de sí mismo, hay otro conocimiento que me parece no menos difícil que el…
––¿Cuál es? ––le pregunté.
Me miró con una enigmática y socarrona sonrisa y lentamente me dijo:
––Pues más difícil aún que el que uno se conozca a sí mismo es el que un novelista o un autor dramático conozca bien a los personajes que finge o cree fingir…
Empezaba yo a estar inquieto con estas salidas de Augusto, y a perder mi paciencia.
––E insisto ––añadió–– en que aun concedido que usted me haya dado el ser y un ser ficticio, no puede usted, así como así y porque sí, porque le dé la real gana, como dice, impedirme que me suicide.
––¡Bueno, basta!, ¡basta! ––exclamé dando un puñetazo en la camilla–– ¡cállate!, ¡no quiero oír más impertinencias…! ¡Y de una criatura mía! Y como ya me tienes harto y además no sé ya qué hacer de ti, decido ahora mismo no ya que no te suicides, sino matarte yo. ¡Vas a morir, pues, pero pronto! ¡Muy pronto!