Proseguimos hoy nuestra serie sobre la mejor forma, la única podríamos decir, de afrontar el comentario de texto. Como ya dijimos en entradas anteriores, se trata de la prueba más temida de las oposiciones y con razón, pues es la que establece la criba más importante del proceso. De hecho, en algunas convocatorias de los últimos años, había más plazas que personas que superaban esta prueba, por lo que con un simple 5 en la encerrona, todas obtenían la plaza. En la primera semana nos centramos en la importancia de esta prueba, la semana pasada incidimos en que la comprensión y expresión escrita son la virtud más importante que debemos mostrar en el comentario. Hoy nos vamos a centrar en la tercera valla: la importancia del temario. Es menos importante que comprender el texto o escribir bien, pero creemos que es la siguiente virtud que hay que atesorar.
Una parte importante del comentario consiste en la identificación de los rasgos
Comentar literariamente un texto es ser capaz de ver en el mismo las características lingüísticas y literarias que nos permiten adscribirlo a una época, un género, un movimiento o un autor. Ni más, ni menos. ¿Qué quiere decir ni más? Pues que como decía mi profesor, Francisco Marcos Marín, hay que huir de emplear el texto para volcar la teoría; es decir, no “usar el texto como pretexto”. Pero tampoco puede ser menos; es decir, el texto no se nos puede escapar vivo. Hay que diseccionar sus rasgos.
Adscribir un texto es dominar el temario de oposiciones
Y, obviamente, solo podemos reconocer los rasgos que muestra un texto y son característicos, si los conocemos previamente. Justamente eso quiere decir que debemos dominar el temario, que se compone (entre otras cosas) de esos rasgos para poder dominar el comentario. Si, por ejemplo, no conocemos el tema 66, será imposible que comentemos una novela como Tiempo de silencio.
La importancia de la retórica y la teoría de los géneros
Tampoco podemos olvidar la importancia de la retórica. Es preciso dominar las figuras más importantes. Es bueno conocer todas )y por ello, nosotros ofrecemos un sencillo curso de retórica gratuito a todas las personas que contratan nuestro Curso Total o nuestro Curso Opolengua), pero lo fundamental es dominar las más importantes. También es fundamental dominar los géneros más importantes, pues, como dice Bajtín, los géneros y su evolución son los depositarios de la tradición literaria. Hay una línea que nos conduce, por ejemplo, de Madame Bovary a Cinco horas con Mario.
Y necesitamos un buen temario de oposiciones
De esto viene otra conclusión evidente: es imprescindible que contemos con un temario de oposiciones fiable. Si nuestros temas de oposición no nos brindan con la suficiente extensión y claridad expositiva los rasgos de cada época, movimiento o autor, es que no tenemos un buen temario y, por tanto, necesitaremos otro. Es preciso que nuestros temas de oposición nos expliquen de forma clara cuáles son esos rasgos y cómo se convirtieron en dominantes en cada época. Esta información es imprescindible para poder comentar.
Esto también es válido para el comentario lingüístico y filológico
Es también preciso dominar los temas relativos a la lengua, ya que en los comentarios filológicos y lingüísticos vamos a tener que identificar los rasgos que nos permitan razonar la adscripción de un texto a una época o a un género discursivo. Por tanto los temas 7, 9 o los del texto y sus tipologías (del 23 al 30 son también básicos).
¿Es preciso organizar el estudio teniendo en cuenta el comentario?
La respuesta, obviamente, es que sí. Es absurdo estudiarse el tema 1 en primer lugar, el 2 en segundo lugar y el 3 en tercero solo porque aparecen en ese orden. Tampoco es lógico estudiarse los temas según nuestra afinidad. Aunque nos guste mucho el tema 3, si no tiene incidencia en el comentario, lo mejor es dejarlo para el último del temario. Hemos de organizar el estudio de las oposiciones siguiendo una secuencia de estudio relacionada con los textos que suelen aparecer en las oposiciones. Conociendo los textos que han aparecido en años anteriores, podemos organizar la secuencia de estudio más eficaz. Justo esto es lo que hacemos en Opohispania.
Como siempre, la clave es prepararse bien
Como todo en la vida, el comentario es una técnica que requiere una base teórica. Y esa base no se adquiere por ciencia infusa, ni por ósmosis. La base del comentario está en buscar unas buenas fuentes de conocimiento (los temas) y aprenderlos. Por tanto, si tú tienes un buen temario y crees que es mejor que el de los demás porque sirve para lo que estamos diciendo, debes estar de enhorabuena. ¿Cuántas personas no cuentan con un buen temario por falta de capacidad, de tiempo o de comprensión de esta verdad incuestionable? ¿Cuántas personas no se organizan la secuencia de estudio siguiendo un plan adaptado al comentario? Yo te lo diré: la mayoría. Pues todas ellas, quizá sin saberlo, ya están eliminadas de la prueba. Tú, no, Y esto es un motivo importante de tranquilidad. No olvides el día D que ocho de cada diez personas que te rodea van al examen sin ninguna posibilidad de obtener la plaza. Esta idea es fundamental.
Forjar un carácter
Y es que conseguir y dominar el temario requiere muchas horas de búsqueda y elaboración y más horas todavía de comprensión y memorización. Son tantas horas que exigen fe, constancia y sacrificio. ¿Cuántas personas que conoces tienen esas mismas virtudes? Pocas. Yo mismo, inicialmente, creía que era mucho menos fuerte. Y poco a poco me endurecí y forjé un carácter distinto al que tenía. En 1992 era una persona; en 1998 era otra muy diferente.
¿Por qué hay que ser optimista?
Y justamente por esto, porque es imprescindible forjar un carácter fuerte, capaz de enfrentar día a día la frustración y de comprender con optimismo que sabemos poco, pero que la mayoría sabe aún menos porque no está hecha de nuestro material irrompible, vamos a salir adelante en esta prueba y en las oposiciones. Lo que hace que las oposiciones sean duras es justamente la cantidad de horas que hay que invertir con fe y el hecho de que haya una competencia por unas plazas. Y no se trata de ser los mejores comentaristas del mundo, sino ser un poco mejor (una milésima puede valer) que nuestros oponentes. Y eso se consigue persistiendo. Y para eso, en verdad, solo falta fe y valor. Son grandes virtudes, pero si las buscas, las encontrarás en tu corazón. Si las encuentras y las cultivas, serás otra persona. Y además, una plaza será para ti.