Llega un nuevo viernes y afrontamos el fin de semana como momento para realizar nuestros repasos, tema al que hemos dedicado nuestro último artículo y también para descansar. Y en ese momento de descanso es cuando podemos jugar con nuestro ¡Ponte a prueba! que siguiendo la máxima del docere et delectare, procura acompañar a los opositores desde 2015, ofreciendo un sencillo y amable pasatiempo que reta la competencia literaria de quienes preparan la temida prueba de comentario de texto de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura. Es una prueba en la que también participan amantes de nuestra milenaria lengua y su magnífica literatura de ambos hemisferios.
La propuesta de la semana: un texto posible
Hoy volvemos a traer un texto que podría aparecer en las oposiciones perfectamente. Es posible que haya quien reconozca a la obra y su poeta, pero si no es así, siempre podemos realizar un sólido comentario adscribiendo de forma razonada el texto a su género, época y movimiento literario.
¿Cómo participar?
Es importante participar porque la respuesta pública nos acerca a la sensación que sentiremos el día D cuando nos juguemos una parte importante de la nota en nuestro juicio. Y para participar, tan solo hay que escribir nuestro comentario en la página de Facebook de opolengua.com hasta el domingo por la noche. La única regla del acertijo es no consultar internet para buscar el fragmento para estar en las mismas condiciones del día D, cuando solo contaremos con nuestra competencia literaria. Nosotros, como siempre, publicaremos la solución y la lista de acertantes el lunes.
Y nada más por hoy. Feliz fin de semana. Saludos y ánimo.
Donde habite el olvido,
en los vastos jardines sin aurora;
donde yo sólo sea
memoria de una piedra sepultada entre ortigas
sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
no esconda como acero
en mi pecho su ala,
sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allá donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
sometiendo a otra vida su vida,
sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
disuelto en niebla, ausencia,
ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
donde habite el olvido.