El día D de las oposiciones ya está aquí
Esta semana es el temido y ansiado día D. En él nos jugamos una parte del esfuerzo realizado durante horas, semanas, meses de preparación intensiva. Han sido muchas horas dedicadas a aprender lengua y literatura. Y a leer. Y a programar. Y a comentar. Y por eso todos soñamos con que el sorteo nos sea favorable y los ejercicios planteados en la prueba práctica permitan nuestro lucimiento. Y es que hemos trabajado mucho y lo que deseamos ya es rematar ese esfuerzo haciendo una prueba magnífica y luego poder descansar, aunque sea tan solo de hacer chispas en nuestro cerebro repasando una y otra vez.
Finalizamos hoy la serie sobre el comentario de texto
Hace dos meses comenzamos una serie sobre el comentario de texto. Es un tema tan decisivo que decidimos profundizar en todos sus elementos. Y así, hemos tratado sobre su importancia, sobre la comprensión y expresión escrita, sobre la necesidad de tener un buen temario para prepararla, sobre el aprendizaje de la técnica de comentario y sobre cómo actuar el día D. Hoy finalizamos la serie en la identificación de la obra insistiendo en algunos puntos clave del comentario.
La identificación de la obra es una gran ayuda…
Hay un deseo con el que sueñan todos los opositores y es reconocer la obra que caiga el día D. Y, efectivamente, es una gran ayuda. Nadie lo duda. Si reconocemos el texto (y digo bien: reconocer), sabemos con absoluta seguridad cuál es el género, el movimiento y la época en la que la obra se publicó. Sabemos también su título y su autoría. Y esto facilita automáticamente que podamos extraer de nuestro cerebro toda la información que tengamos disponible sobre estas cinco cuestiones clave y organicemos el comentario con la plena confianza en que en todo esto hemos acertado. Es como si vamos a un examen de Matemáticas y sabemos los números de la solución del ejercicio. Una gran ventaja.
Pero reconocer la obra no equivale a hacer un gran comentario de texto en las oposiciones
Pero no nos debemos confiar si hemos reconocido la obra, ni tampoco hundirnos si no lo hemos hecho. Reconocer la obra es una gran ventaja, sí; pero no sirve de nada si no disponemos en nuestro cerebro de las cinco cuestiones referidas antes (obra, autoría, género, época y movimiento literario). Es como si en el examen de Matemáticas sabemos los números de la solución, pero somos incapaces de desarrollar matemáticamente el ejercicio. No nos va a valer de nada, porque de lo que se trata en el comentario es de explicar la obra. Y para eso no solo hay que tener datos en la cabeza, sino que hay que saber aplicarlos a un texto. Y para eso es preciso poner en liza todos los elementos señalados anteriormente (dominio del temario, dominio de la técnica del comentario, buena comprensión y expresión escrita) y a esto añadiría yo algo más: sensibilidad literaria. Si no tenemos esto, no hay buen comentario posible por mucho que reconozcamos la obra.
Relativizar el reconocimiento de la obra
Decimos bien: reconocer. Porque el día D lo que hacemos es reconocer algo sobre lo que ya hemos pasado antes, bien porque lo hemos leído y el fragmento despierta nuestro recuerdo, bien porque los personajes o los lugares que aparecen nos conduzcan de forma inequívoca a una obra determinada. Incluso reconociendo la obra, hay que relativizar lo que esto supone. Porque si es una obra fácil y la ha acertado mucha gente, nuestro acierto vale menos. Y si la obra es muy difícil y no la ha acertado nadie, todos estaremos en pie de igualdad. En la oposición todo es relativo, así que lo realmente malo es que aparezca una obra conocida y no la reconozcamos. Ese si es el peligro. Por eso en Opolengua tenemos un listado de obras que debemos dominar sí o sí.
Mi experiencia en las oposiciones de 1998
Para mostrar lo que he dicho, voy a poner con un ejemplo real de las oposiciones de Madrid de 1998, las últimas que yo hice. Solo había seis plazas y nos presentábamos unas tres mil personas. Aquel año, (había entonces un comentario literario completo) el presidente del tribunal número 1 convocó a todos los otros presidentes de tribunal a una reunión preparatoria. Y no sé de qué forma, la persona que yo conocía se hizo con el primer verso y nos citó en su casa a un amigo suyo y a mí para decírnoslo. Entonces no había Internet y yo me fui a la Biblioteca Nacional (tenía el carné de investigador) a buscar el poema. Lo encontré. Era una poesía de cancionero de Jorge Manrique. ¡Eureka! Podría ir a la prueba sabiendo el texto. Entre los tres hicimos el comentario previamente y, lógicamente, nos quedó perfecto. Tardamos una tarde entera en prepararlo. Era una poesía adocenada, de esas de las que hay miles, pero el comentario era magnífico. Llegamos a la prueba. Yo salí exultante. ¡Pedazo de comentario! Mi alegría se tornó en tristeza nada más que cruce la puerta del aula. Empecé a oir conversaciones… “¿Te has dado cuenta? Era una poesía de Jorge Manrique…” Se lo oí decir más o menos igual a varias personas, haciéndose los tontos. Era imposible que una poesía adocenada fuera reconocida por tantas personas… Y rápidamente calculé. Si había veinte presidentes y cada uno le había contado el secreto a dos personas, ya eran cuarenta. O quizá más. Y esa primera capa de decenas de personas bien se lo habrían contado a sus amigos… ¿Cuántos centenares de personas lo sabrían y habrían preparado el comentario como yo? Ya me podía despedir del 10. Y efectivamente, la comisión decidió que todas las personas serían calificadas con un 5. Es decir, se eliminó la prueba.
¿Y si no reconozco la obra? Observar los indicios temáticos y formales del texto para adscribir
Si no reconocemos la obra, hay que buscar rasgos que nos orienten para llegar a los otros elementos que hemos señalado antes: género, época y movimiento. Y para ello es imprescindible dominar la teoría de los temas. Mal vamos a adscribir con seguridad una obra a la lírica del Barroco si no conocemos sus rasgos fundamentales. Mal vamos a adscribir un fragmento narrativo al realismo si desconocemos los rasgos de la novela realista. Por tanto, esto solo se puede hacer desde la teoría.
¿Cómo facilitamos esto en Opolengua?
En realidad, se trata de dominar todos los temas de literatura. Como hay muchas personas que no alcanzan a llevar todos los temas de literatura, hemos creado en Opolengua la Tabla de rasgos literarios donde clasificamos elementos temáticos y formales relacionándolos con su época, género y movimiento. Por ejemplo, si el poema es un soneto obligatoriamente es posterior al siglo XV. Si el verso es alejandrino, el poema es medieval o posterior al modernismo. Y así sucesivamente.
Partir siempre de lo que es seguro
Pero aquí hay una cosa muy importante, hay que ir a aquello de lo que estemos absolutamente seguros. Lo que no podemos hacer en un examen de oposición es incurrir en el error. Cuando estamos perdidos en una habitación oscura, como decimos en nuestro curso de comentario, no hay que perder la calma y en esa oscuridad debemos leer y leer hasta que veamos algo claro. Y ese algo va a aparecer porque el texto ha sido elegido por el tribunal número 1 por una razón y es que lo consideran bueno para ser comentado y ello quiere decir que tiene rasgos importantes que debemos ver. Y sobre ese elemento claro, seguro, es sobre el que debemos montar el comentario. Y con esto puede ser absolutamente suficiente no ya para aprobar, sino para sacar la mejor nota del tribunal como me pasó a mí en 1996, con el texto de Cansinos Assens que ya cité en esta serie.
¿Y si leo y leo y no tengo ni idea? Probabilidad…
Si leo y leo y no tengo ni idea, ni siquiera de que sea literatura medieval o si es una columna o una noticia; es decir, no sé ni por dónde tomar el texto, entonces hay que deslizarse por el terreno de la probabilidad. “Podría ser…” Pero atención: si esto ocurre y tras leer y leer no sabemos absolutamente nada, tenemos un problema grave. Mi consejo entonces seguir leyendo y al menos explicar el texto. Seguramente, no vamos a poder hacer un buen comentario porque si esto ocurre es que no dominamos suficientemente la teoría y además debemos leer más. Serán las lecciones para la próxima vez.
Recordad ideas básicas sobre el comentario
No quiero acabar esta serie sin insistir en dos cuestiones que son fundamentales, reconozcamos o no el texto. De ellas ya hablábamos en la entrada anterior, pero quiero enfatizar su importancia. La primera es elegir las preguntas y los textos por descarte; es decir, descartar las que peor nos sepamos. La segunda es ceñirse a la pregunta que se nos ha hecho y no confundir un comentario lingüístico con uno literario ni responder a lo que se nos plantea. Esto es fundamental porque la plantilla de corrección del tribunal va a estar organizada así.
La confianza en la preparación: allí la experiencia se vuelve oro y no solo en términos absolutos
Y para terminar, como siempre, hablaremos de la importancia de la preparación. No nos podemos convertir en grandes navegantes sin maestros que nos enseñen ni sin practicar. No podemos convertirnos en grandes esquiadores sin profesores que nos enseñen las técnicas o sin ir a la montaña a lanzarnos por sus nevadas pendientes. No se puede aprender a comentar sin practicar. Y justamente esta prueba es la que más diferencia a quien tiene una preparación de quien no la tiene. Tu preparación es buena y te vas a enfrentar a un porcentaje elevadísimo de personas que no se han preparado o que se han preparado erróneamente. Solo hay una manera de prepararse bien y son infinitas las formas de prepararse mal. Eso se va a pagar en la próxima prueba.
Pensamiento positivo en las oposiciones: siempre
Sé optimista. Ten un pensamiento positivo siempre. Aunque no reconozcas la obra. Seguro que muchas personas tampoco lo van a hacer. Y casi es mejor, porque ahora todo está en el terreno de reconocer los rasgos (la teoría) y de leer y escribir bien. Y en ese terreno minado, lo vamos a hacer mejor porque tenemos ya la costumbre. Para eso está también el ¡Ponte a prueba! Lo vamos a hacer genial mientras muchas personas naufragan a nuestro alrededor. Mantén la calma y demuestra todo lo que has aprendido. Lee, organiza el comentario y desarróllalo. Disfruta el momento en lo que puedas.Vas a hacer el ejercicio en el tiempo estipulado y lo vas a hacer muy bien. Observa lo bien que comprendes el texto, cómo los rasgos se van aclarando y como al final hacemos un buen comentario. Porque podemos disfrutar haciendo lo que más nos gusta: leer y escribir sobre un texto literario. Disfrutando de su comprensión y de su explicación, frase a frase. Porque cuando hacemos eso, en verdad disfrutamos. Da todo lo que tengas dentro.
El crecimiento personal es el motor de nuestras vidas
Y luego estará la nota. Puede que tu esfuerzo haya sido suficiente y alcances la plaza. Puede que no. Pero nadie te va a quitar dos cosas. La primera es el orgullo por lo mucho que te has esforzado, La segunda, lo mucho que has aprendido: ya sabes cómo se hace un comentario. Y esas dos cosas quieren decir que has crecido personalmente y ya sabes cuál es el camino para crecer más. Esta lección no es barata, pero no tiene precio. Y este es un camino que no tiene atajos y es duro y es largo. Pero, a la vez, es un camino precioso, porque es el camino del saber, el que nos conecta con el tesoro de nuestra cultura. Nosotros somos transmisores y hemos aprendido a transmitir y una parte de ese acervo milenario ya está dentro de nosotros. Y si no sacamos la plaza esta vez, sufriremos, sin duda, pero tendremos la convicción de que hemos hecho todo lo posible, tendremos la certeza de que hemos crecido como persona y tendremos la seguridad absoluta de que en el futuro será nuestra la plaza. Porque nos la merecemos. ¡Vamos a por ella!