Ana Morales me mandó un primer correo interesándose por mis cursos en febrero de 2022. Era un correo escueto del que surgió una primera conversación telefónica. Estaba totalmente decidida a sacar la plaza. Le dije que para preparar las oposiciones de reposición, podía hacer dos cursos, el Curso Total y el Curso Oro. El más recomendable para ella, era por supuesto, el Curso Oro, pues yo lo diseñé precisamente pensando en periodistas porque es una carrera de Filología en miniatura. Es cierto que otras personas lo han hecho en un solo año y han conseguido la plaza (al fin y al cabo es nuestro mejor curso), pero exige tiempo. Ella me dijo que iba a disponer de ese tiempo, por lo que se acabó animando a hacerlo.
Durante el curso 2022-2023 he conocido una persona admirable. Rigurosa (no se deja una duda sin plantear y solucionar), trabajadora incansable, responsable, gran lectora y también con grandes dotes para la escritura y para disfrutar y analizar la creación literaria. Son importantes cualidades para una profesora de Lengua Castellana y Literatura. Estamos contentos porque creemos en la importancia de la enseñanza pública y su calidad es al final la calidad de las personas que integramos el sistema. Así que, ¡enhorabuena para Ana y sus alumnos!
Mi nombre es Ana Morales y he sido una de las personas que ha obtenido plaza en las oposiciones docentes de la Comunidad de Madrid de 2023 por Lengua Castellana y Literatura.
Un decisivo cambio de rumbo en mi vida: de periodista a profesora
Yo era periodista. Trabajaba para un importante medio de comunicación desde hacía unos años. Tras la pandemia, me embriagó una sensación de desubicación total, llegando a experimentar una crisis existencial y emocional muy fuerte. Necesitaba un cambio y por la cabeza me rondaba la idea de la docencia, pues al fin y al cabo me hice periodista porque me apasionaba la escritura y poder informar/enseñar. Tras cursar el Máster en Formación del Profesorado, me quedé sin trabajo en junio de 2022, oportunidad que, no obstante, aproveché para decidir opositar.
Preparar las oposiciones de Lengua en tiempo record: un año
Fue una decisión muy difícil para mí porque nunca había dado clase, nunca me había preparado una oposición en serio y, a ello se sumaba que no tenía titulación concordante con la especialidad de Lengua Castellana y Literatura. Por tanto, el reto era mayor. Asumí entonces que o buscaba trabajo de algo que ya no me motivaba o debía prepararme a conciencia en el tiempo récord de un año si quería trabajar como docente. Tenía que presentarme para sacar plaza o, como mínimo, aprobar sí o sí. Este pensamiento me acompañó todo el año y me dio la suficiente fuerza para continuar. Era algo muy difícil, pero no imposible.
Conversación con Eduardo y decisión: ¡A por la plaza!
Como no tenía referencias de preparadores y no quería ir a una academia al uso, busqué por Internet y me topé con la web de Eduardo. Me pareció un hombre serio, un preparador de Lengua que sabía de lo que hablaba, así que le llamé. En nuestra primera conversación telefónica, Eduardo me advirtió del sinuoso camino que tendría que recorrer si quería la plaza en solo un año de preparación (me comentó que, no siendo filóloga, lo ideal sería hacerlo en dos años), pero también me animó a hacerlo si me veía con ganas (en mi caso, las tenía, y además disponía de tiempo). En este sentido, nunca me señaló la imposibilidad de ello, pues me comentó que había tenido casos de alumnos con plaza a la primera. Así que me tiré a la piscina.
Comienzo de la preparación
Empecé a finales de junio de 2022 y llegué a septiembre con siete temas estudiados. Me veía bien porque iba a buen ritmo. Así pues, como siempre he sido ambiciosa, me marqué el objetivo de llegar a los 40 temas (aunque me quedé en 35). Sin embargo, fue en septiembre cuando empezó la verdadera preparación y me di cuenta de que no tenía mucha idea de nada. Me costó entender la metodología de Eduardo y su forma de planificar las sesiones, solamente había tocado una programación en mi vida (fue en el Máster, pero de una asignatura de FP), los últimos comentarios que había realizado fueron en Bachillerato y no tenía tanta cultura literaria como pensaba, aunque siempre fui una lectora empedernida. Pero me lo tomé como un reto.
Mi plan de trabajo y la metodología de Eduardo
Lo primero que hice fue improvisar un pequeño estudio en la habitación libre que tenía en casa. Me compré hasta un portátil porque no tenía y pedí todos los libros que pude a mi padre, también profesor de Lengua.
Mi gran ventaja fue disponer de todo el tiempo del mundo. Mi hándicap era, como he comentado antes, que no era filóloga. Así que no me quedaba otra que confiar ciegamente en Eduardo. Y digo ciegamente porque al principio no terminaba de entender su método. Sin embargo, al final asumí que tenía que hacerle caso para poder prosperar.
Mi rutina de estudio
Mi rutina fue similar a la de una jornada laboral: dedicaba entre 35 y 40 horas cada semana a la oposición, de lunes a sábado. De lunes a jueves por la mañana estudiaba un tema, y por las tardes avanzaba en la programación o bien en los comentarios. Los viernes y sábados los dedicaba a repasar. Los domingos descansaba. Y leía todo lo que podía. En definitiva, intentaba seguir el curso tal y como establecía Eduardo.
Lo más duro de la oposición
Estudiar una oposición es muy duro, sobre todo emocionalmente. Siempre tienes que sacar fuerzas y ganas para continuar, aunque no te apetezca, aunque estés enfermo, aunque tengas otras cosas que hacer. Recuerdo que por Navidades se me hinchó un dedo de la mano derecha (con la que escribía los temas a mano cada vez que los terminaba de estudiar para comprobar que lo que me sabía me daba tiempo a escribirlo en dos horas). Tuve que rehacer mi plan de preparación, así que durante un mes dejé de estudiar y me dediqué a avanzar en la programación y a leer. Al final, es duro porque al ser tú mismo quien te marca los límites, la sensación de poder haber hecho más te invade constantemente, convirtiéndose en un sentimiento muy incómodo de culpabilidad. Lidiar con estas sensaciones es la lucha interna de estudiar una oposición.
Lo mejor de preparar la oposición
Pero no todo es negativo. También he tenido buenos momentos. Y es que, al fin y al cabo… ¡he disfrutado tanto durante este año! Hasta mis amigas se sorprendían cuando les decía que, pese a lo duro de estar encerrada en casa, estudiando, estaba muy feliz. Y es que nunca en mi vida he aprendido tanto como en este último año. He descubierto lo maravillosa que es la poesía, me he enamorado del ingenio de Quevedo y de Valle-Inclán, he descubierto Tiempo de silencio y he adquirido nociones básicas de latín y filología, entre otras muchas cosas. Quizá esta sea la lección de vida más importante que me llevo de haber opositado un año entero: la cantidad de cosas aprendidas.
Un método de estudio y repasos inmejorable
También me quedo con la capacidad tan asombrosa que tiene nuestro cerebro de retener tanto volumen de información, sobre todo después de años sin memorizar nada en serio. Esto, en parte, se lo agradezco al método de estudio y de repasos de Eduardo, para mí inmejorables.
El día del examen
Para finalizar, me gustaría comentar cómo me fue el Día D, puesto que no salí muy entusiasmada. De las cuatro bolas que cayeron, solo me sabía un tema (el 65) y no era precisamente el que mejor llevaba. Estaba hecha un manojo de nervios porque fue el último en salir. Pero tuve muy buena nota. En cuanto a los comentarios, no reconocí ninguno de los textos, pero me limité a comentarlos como me enseño Eduardo. Aun así, aprobé también esta parte. Y la programación y defensa de la unidad, aunque se me echó el tiempo encima y no pude mandarle nada a Eduardo para que me corrigiese, seguí sus pasos en todo y me quedé con una muy buena media.
¡Tenía plaza a la primera!
Con esas notas, había cumplido mi objetivo principal, que era el de aprobar. Pero resultó que, pese a mis escasos puntos de baremo, ¡tenía plaza! No me lo podía creer. De hecho, aún sigo un poco en shock. Así pues, me gustaría animar a quien quiera dedicarse a la docencia, a prepararse la oposición con Eduardo. Sacarse la plaza a la primera, y no siendo filóloga, es posible.