¿Cómo decidir la mejor forma de preparar las oposiciones 2021? (4) Sobre los tipos de ayuda: academias y preparadores.

¿Cómo decidir la mejor forma de preparar las oposiciones 2021? (4) Sobre los tipos de ayuda: academias y preparadores.

Photo by Руслан Гамзалиев on Unsplash
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Proseguimos hoy la serie que iniciamos hace unas semanas sobre la mejor forma de preparar las oposiciones de 2021. Creemos que es una serie importante porque es llegado el momento de plantearse seriamente preparar la próxima convocatoria y la inversión que se nos exigirá en tiempo y renuncias personales obliga a que, antes de hacernos a la mar, tengamos bien claro cómo vamos a pertrechar nuestro barco para la travesía.

Haciendo un balance de la misma, hemos tratado en primer lugar la importancia de enfocar la preparación desde nuestras necesidades y características individuales, para luego centrarnos en las dudas que indefectiblemente nos surgirán y su resolución y en tercer lugar, tratamos la importancia de las correcciones individualizadas. Hoy vamos a centrarnos en los tipos de ayuda que podemos requerir para alcanzar nuestra meta.

El navegante solitario o cómo alcanzar la plaza sin ayuda


¿Es posible alcanzar la plaza por nuestros propios medios como navegantes solitarios? La respuesta es sí. Podemos construirnos nuestro propio temario (yo lo hice) y podemos confeccionarnos nuestra propia programación y afrontar los ejercicios prácticos. Podemos hacernos nuestra embarcación. Y todo ello sin pagar a nadie. Por supuesto que todo ello es posible. Y si no contamos con fondos para pagar la ayuda externa, será nuestra única solución. ¿Cómo hacerlo? Pues tomando un temario de academia como punto de referencia y enriqueciéndolo con apuntes y notas de obras consultadas. Así es como yo lo hice. Yo tardé en hacer mi temario básico dos cursos y en completarlo otros tres. El sexto año lo dediqué a la redacción del mismo, pues hasta ese momento, todo eran esquemas (los modelos de esquemas que utilizamos en mi método de estudio Opohispania). Ese sexto año obtuve la plaza. En todo este proceso pude invertir no menos de tres mil horas. En tener el temario básico, no menos de veinte horas por tema; es decir, unas mil quinientas horas. En preparar las unidades didácticas que entonces se exigían (una por tema de la oposición) tampoco requerí ayuda externa, pues yo era interino y conocía desde mi infancia el modelo LOGSE, pues tuve la suerte o la desgracia de que los ideólogos de la reforma fueran mis maestros en mi colegio, el Siglo XXI de Madrid. De hecho, mi tutor de 8º de EGB es hoy el Secretario de Estado de Educación, Alejandro Tiana. Es decir, no precisé de mucha ayuda, por mis características personales y por ser interino. Para los comentarios (y también para supervisar mi temario) conté con la ayuda de mi maestro y amigo, el ya fallecido Jesús Felipe Martínez Sánchez. Eso quiere decir que, en determinadas circunstancias (si contamos con tiempo, experiencia y amigos) se puede obtener la plaza.

Las academias pueden ser nuestra solución

Podemos salir a la travesía de las oposiciones con un barco estandarizado y colectivo. Hablar de la ayuda de las academias es harto difícil porque, como yo he dicho siempre, las academias en sí mismas no son nada. Las academias son su preparador o preparadores. Yo empecé trabajando para una academia y cuando me fui (solo estuve unos meses porque me pagaban muy poco para el trabajo que yo quería hacer) pusieron a otra persona. Obviamente, la academia ya no ofrecía la misma preparación, pues ya no era mi preparación, sino la del nuevo preparador. Así que hablaremos de las academias en términos generales, con todas las injusticias que esto pueda suponer. Por norma general, las academias ofrecen un temario tosco y en bruto y unos materiales muy adocenados que el opositor debe desbrozar, con lo que se ahorra muy poco tiempo. Las clases se dedican en gran parte a explicar ese temario (algo que en mi opinión es absurdo entre personas que ya saben leer perfectamente). Por otro lado, cuentan con varios preparadores, cada uno de los cuales se dedica a un apartado de la preparación en la que son expertos. Las clases suelen estar estandarizadas y las correcciones son grupales. Esto no es lo mejor, porque, ante una lucha individual, se dan soluciones colectivas, con lo que la preparación no es exactamente lo que cada persona necesita, sino la del denominador común que supone el grupo. La razón esencial de que esto sea así es que los preparadores cobran muy poco, siendo la academia quien se queda con la parte del león de lo que pagan los alumnos y en estas condiciones es difícil exigir a los preparadores tanto trabajo. Yo ya comenté en una entrada anterior por qué preparación y correcciones deben ser individualizadas. Entonces, ¿a quién recomendaría una academia? Pues sobre todo a aquellas personas que, por sus rasgos psicológicos, necesiten del calor de un grupo para estudiar más y para sentirse más seguros y acompañados. Es decir, para quienes tengan la clase semanal (lo que nos obligará a amoldar nuestro tiempo a la academia) como una especie de inyección anímica.

¿Y requerir los servicios de un preparador?

Ya decíamos antes que una academia vale, al final, lo que vale el trabajo de sus preparadores. Por tanto, al final, lo que nos puede decidir a emplear ayuda externa debe ser quién o quiénes son las personas concretas que nos van a ayudar. Yo tuve la inmensa fortuna de contar con un catedrático de Bachillerato con el que quedaba cada dos o tres semanas, pero todo el mundo no cuenta con ese amigo o ese amigo no tiene tal disponibilidad. En este caso, sí puede sernos de mucha ayuda un preparador. Es decir, podemos afrontar la travesía con un barco exactamente diseñado a nuestra medida y necesidades.

El éxito de un preparador es tu éxito

En primer lugar, un preparador sabe que su éxito no depende del prestigio de una academia o de su ubicación. El éxito de un preparador depende de que tú saques la plaza, por lo que su implicación en tu triunfo ha de ser obligatoriamente mayor. Un buen preparador sabe que la responsabilidad que tiene es enorme y actúa en consecuencia con ella.

Un buen preparador nos ahorra mucho tiempo

Por otro lado, un buen preparador nos va a ahorrar mucho tiempo porque nos puede facilitar un temario original, redactado por él mismo y listo para ser estudiado, con lo que los miles de horas de los que yo he hablado antes, pueden ser invertidos exclusivamente en la memorización del temario. Además, cualquier duda de estudio que nos surja podrá ser respondida por él de forma rápida, sencilla y directa.

Un buen preparador nos resuelve las dudas

En tercer lugar y como ya comentábamos en una entrada anterior, el preparador se va a encargar de resolvernos las dudas que nos surjan en todo el proceso de oposiciones. Avanzar en las oposiciones es encontrarnos, sobre todo al principio, ante un medio nuevo en el que muchas cosas nos suenan extrañas por lo que el desconocimiento, el miedo y la incertidumbre a menudo nos impiden avanzar por dudas en cuanto a aspectos del temario, la programación o el ejercicio práctico. Contar con un sistema que garantice la resolución de dudas en cuestión de horas es muy importante para no detenernos en nuestro avance a cada paso. En Opohispania resolvemos las dudas, por norma general, entre 24 y 48 horas, aunque la mayoría se resuelven antes de 24 horas.

Un buen preparador nos orienta durante todo el proceso de las oposiciones

También es muy importante recibir orientaciones en el proceso de estudio. Hay que tomar decisiones importantes a lo largo del mismo relativas a la estrategia de estudio a seguir, a la organización de la secuencia de temas a estudiar y la forma de encarar cada uno de los aspectos que en la oposición van surgiendo. Dispondremos de un calendario, de una brújula y un canal de comunicaciones siempre abierto. Tener la tranquilidad de que alguien experimentado está apoyándonos siempre es una ventaja en una prueba tan dura y exigente como es el estudio de las oposiciones.

La importancia de las correcciones individualizadas

Ya dedicamos una entrada de esta serie a la importancia de las correcciones individualizadas y no abundaremos ahora en ella. Lo cierto es que es la forma más segura de avanzar solucionando nuestros errores y maximizando nuestros aciertos.
De todos estos elementos se deduce una conclusión fundamental para la preparación de las oposiciones: la confianza. Y la confianza, muchas veces nos va a permitir avanzar sin pausa mientras otras personas se debatirán en la duda y la angustia.

Y nada más por hoy. Como siempre, nuestro recuerdo a las víctimas de la pandemia y nuestro apoyo a sus allegados. La semana que viene finalizaremos la serie hablando de los preparadores y su función.