La resaca de las oposiciones de 2012 y sus consecuencias

La resaca de las oposiciones de 2012 y sus consecuencias

La Junta de Andalucía por medio de su consejera Mar Moreno ha decidido devolver a los opositores de 2012 el coste de inscrpción a esas pruebas. Casi 80 euros por opositor. Contando que hay decenas de miles, se trata de una jugosa cifra de varios millones de euros. Como sabéis, este proceso fue impugnado por el Gobierno de España aduciendo (y era así) que la convocatoria excedía la tasa de reposición marcada por la ley de presupuestos. Se dio así lugar a una situación que nunca había ocurrido en las oposiciones de educación en España y era la paralización de las oposiciones.

 Ya sabemos las causas: En 2012 había elecciones y al PSOE le interesaba demostrar a todos los votantes que quería ser el paladín de la escuela pública (luego no tuvieron empacho alguno en echar a miles de interinos a la calle), así que se plantearon la convocatoria como una provocación que obligara al PP a enfrentarse a ellos y sacaron una convocatoria de miles de plazas vulnerando a sabiendas la ley (eso creo que es delito de prevaricación). El PSOE pensó en enarbolar la bandera de la lucha por la educación a costa de lo que fuese. Y su supuesto adversario, el PP, cometió otro error por cálculo electoral. Pensó que si paralizaba las oposiciones antes de las elecciones perdería en Andalucía y por eso guardó un silencio cobarde. Al producirse de hecho la derrota electoral, al Gobierno de Madrid no le tembló la mano al abofetear a la Junta en el rostro de miles de opositores.

¿Qué debería haber hecho el PSOE? Convocar unas  oposiciones como hicieron las otras autonomías, ajustándose a la ley. ¿Qué debió hacer el PP? Decirle a los votantes: “mirad, si ganan estos del PSOE, NO habrá oposiciones; pero si ganamos nosotros, nos ajustaremos a la ley y SÍ las habrá, con menos plazas, pero las habrá. Probablemente así hubiera sacado unos cuantos miles de votos más, pero no tuvieron valor para hacerlo.

 La paralización acabó en el Constitucional y ahora por fin el culebrón ha terminado porque la Junta admite con esta devolución que esas oposiciones se han perdido. Se acabó.

Esto, como ya analizamos hace tiempo, tuvo consecuencias terribles. Se defraudó la confianza de miles de personas que habían dedicado tiempo, ilusiones, esfuerzo y dinero a prepararse. Y eso no tiene nombre. Y las sigue teniendo, porque esa paralización lleva todavía hoy a que muchos ya no se crean lo que dice el Gobierno y recelen de si va a haber oposiciones el año 2014 o no. Esto es un doble crimen, porque conduce a que si al final hay oposiciones (que será que sí) los opositores de media vayan peor preparados y la competencia entre ellos sea menor por lo que la media de los que obtengan plaza será inferior a si hay una mayor preparación en el colectivo.

 La lección que extraemos de todo esto es que a nuestros políticos no les tiembla el pulso cuando de lo que se trata es de obtener o mantenerse en el poder. La verdadera finalidad de los partidos políticos actuales es la obtención y disfrute del poder. Al coste que sea.

Pero para 2014 no se van a repetir las condiciones que se dieron en 2012. No es año electoral. Casi todas las comunidades autónomas han convocado oposiciones de primaria y ya han anunciado que su intención es convocar (como manda la lógica) oposiciones de secundaria para 2014. Es probable que el Gobierno obtenga de Bruselas este mismo mes la ampliación de objetivo de déficit al 6% (ahora es el 4,5%) con lo que se relajará también la presión sobre las autonomías. En esas circunstancias, es muy difícil que no haya oposiciones en la mayor parte de España en 2014. Y en esas circunstancias, y después del fiasco de 2012, considero muy improbable que la Junta no convoque en 2014.

 Es decir, que el dolor por lo ocurrido en 2012 no nos debe cegar sobre el futuro. Nos derribaron una vez, pero como siempre se dice y es verdad, el valor de un ser humano se mide en la capacidad de levantarse tras la derrota. Ahí tenemos que demostrar nuestra fe y nuestro valor. Que a nadie le quepa la menor duda de que el futuro será de quienes sean capaces de hacerlo.